La asimétrica
desescalada por fases se está convirtiendo en un verdadero desfase político y
sanitario a causa de la indefinición y falta de concreción del proceso que
habrá de llevarnos a esa especie de “nueva normalidad” que nadie sabe en qué
consistirá. En efecto, por si no hubiera bastante confusión con las cuatro
fases (de la 0 a la 3) inicialmente acordadas por el Gobierno, ahora Sánchez, a
petición de Cataluña añade la fase 0´5, una especie de fase 0 con premio, para
beneficiar a aquellos territorios (Barcelona, Comunidad de Madrid y parte de
Castilla y León) que a su juicio (en el caso de Madrid) o a petición de las
propias CCAA (en el caso de Cataluña) no están preparados para desescalar,
mientras al resto de territorios les da el visto bueno para pasar de fase. Si a
ello se añade que, caprichosamente, en unos casos la circunscripción
desescaladora es el distrito sanitario y en otros la provincia, pudiendo
cambiar de criterio a lo largo del proceso (como en la Comunidad Valenciana que
se le aplicó el distrito sanitario para pasar a la fase 1 y desde ahora se le
aplicará la provincia), el desfase está más que garantizado, al extremo de que
casi nadie es capaz de saber en qué fase vive y, menos aún, en la que vive el
pueblo de al lado. Y si se añade además el inexplicable oscurantismo con el que
el Ejecutivo está llevando la desescalada, sin publicar el nombre del
misterioso grupo de sabios, que en realidad toman las decisiones, ni presentar
en tiempo y forma los informes que avalan la decisión de forma objetiva e
indiscriminada, el desfase se convierte en un desmadre preocupante, con
desencuentros abismales como el existente entre la Comunidad de Madrid y el
Gobierno de Sánchez, adobados con declaraciones indecentes como las de Simancas
que llega a decir que “España tiene tantos muertos por Covid porque en España
está Madrid”, mientras Ayuso, la presidenta madrileña, alienta las protestas
callejeras contra Sánchez, iniciadas en el Barrio de Salamanca y cada vez más
extendidas y continuadas (incluida ahora hasta la calle Ferraz, sede del PSOE y
otros lugares fuera de la Comunidad madrileña) y advierte al Ejecutivo de que
“esperen a que la gente salga a la calle; lo de Núñez de Balboa les va a
parecer una broma”. Protestas y caceroladas contra la prórroga del estado de
alarma y contra la gestión del Gobierno, que, desafiando dicho estado de
alarma, se dan entre un fuerte blindaje policial, ordenado por Interior,
mientras Echenique exige que las autoridades actúen contra las protestas de los
“cayetanos” de la “clase alta” porque ponen “en peligro” a la población por
“saltarse las normas” del confinamiento y acusa al popular Martínez-Almeida de
ser “el alcalde de los ricos”, suponiendo que si la manifestación hubiera sido
“en un barrio obrero ahora toda esa gente estaría identificada y multada”; y
finalmente pone la guinda el secesionista Rufian manifestando que las protestas
son “alegales, por no decir ilegales”, añadiendo que “son pijos que no pueden
jugar al golf” y que “si llegan a llevar esteladas les muelen a palos”. En fin,
despropósito tras despropósito, con la intención de sacar ventaja política o
contentar a sus clientelas, que suenan a un cinismo absoluto, viniendo de
Echenique o Rufian, salvo que olvidemos las múltiples manifestaciones
ilegalmente convocadas por los podemitas o por los secesionistas en muchos
casos violentas, alentadas por ellos mismos y..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/).
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