Sin lugar a dudas cada
partido político, cada gobernante, es libre de elegir sus aliados, sus
programas de gobierno y el modo de ponerlos en práctica, apechugando obviamente
con las consecuencias derivadas del acierto o error que ello comporte, pues cuando
en las elecciones no se obtiene mayoría absoluta, que consolidaría la apuesta
ciudadana por un determinado programa electoral, es la negociación
postelectoral la que determina la gobernabilidad del Estado (bien mediante un
gobierno de coalición, bien mediante un compromiso de apoyo parlamentario, que
garantice la gobernanza) o, en caso contrario, la convocatoria de nuevas
elecciones, pues todo lo demás es mero funambulismo político con el único
objetivo de mantenerse y mantener en la cuerda floja al gobernante de turno a
costa de lo que sea hasta que la falta de apoyo o el mínimo error de cálculo le
lleve a estrellarse en el escenario. Es lo que viene practicando este débil y
minoritario Gobierno de coalición Sánchez-Iglesias, incapaz de mantener y consolidar
los apoyos parlamentarios que, casi de milagro, le auparon al poder, dadas las
inviables propuestas, por contradictorias, del variopinto elenco de partidos
que, bajo el eslogan propagandístico de “gobierno progresista” de izquierdas
(por más que siempre haya necesitado del apoyo de la derecha más tradicional,
como es el PNV), se sostiene con el concurso de socialdemócratas, socialistas,
comunistas, populistas, nacionalistas de izquierda o derecha, independentistas,
radicales, “antisistema” e incluso “abertzales”…… demasiados ingredientes
ideológicos, muchos de ellos incompatibles entre sí, para sacar a dicho
Gobierno del funambulismo político que practica, al extremo de que este
gobierno “progresista de izquierdas” ha tenido que garantizar las dos últimas
prórrogas del estado de alarma gracias a la derecha (PNV y Ciudadanos), tras el
rechazo de sus valedores del “espíritu de la investidura” que la secesionista
ERC da por terminado, poniendo en riesgo, al menos de momento, el desarrollo
normal de la Legislatura. No obstante, un funámbulo, si quiere sobrevivir, ha
de mantener su equilibrio como sea para no caerse, y Sánchez, sin reparo alguno
no tiene inconveniente en ir utilizando en cada momento a quien se preste a su
juego de supervivencia aunque defraude a quienes le apoyaron antes, pues ya
habrá posteriormente cualquier otro que se preste a participar en su juego. Si
para ello hay que ser incoherente, se es; si hay que traicionar a alguien, se
traiciona; y si hay que rectificar constantemente, se rectifica. Lo
irrenunciable es mantener el equilibrio como sea y a costa de lo que sea. Por
eso ya ni sorprende que Sánchez, tras arrancar el apoyo de Arrimadas para una
nueva prórroga de 15 días, renunciando a los treinta días que él pretendía, siguiera
negociando hasta última hora con ERC, que creía incompatible el acuerdo con Cs
y le pedía que eligiera, mientras incluso negociaba con Bildu a pesar de
sostener que jamás pactaría con los “abertzales”. Lo sorprendente es que, tras
amarrar su pírrica victoria de prorrogar el estado de alarma hasta el 15 de
junio con los votos de PNV y Ciudadanos, se filtrara horas después un documento
firmado por la socialista Lastra, el comunista Echenique y la “abertzale”
Aizpurúa, según el cual se llegaba a un pacto para “derogar íntegra la reforma
laboral del PP”…… y lo insólito es que, horas después, el PSOE, a pesar de la
firma de Lastra, sale al paso y “anula” “unilateralmente” este acuerdo con
Bildu, que, aunque sus votos ya no eran decisivos tras el acuerdo con
Ciudadanos, se había abstenido en la votación del Congreso, especulándose con
que..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/).
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