jueves, 7 de mayo de 2020

ESTADO DE ALARMA O CAOS

                        Planteada la prórroga por parte del Gobierno de Sánchez en términos de “estado de alarma o caos”, es decir, “o yo, o el caos”, tras anunciar que no tenía ningún “Plan B” para salir de esta situación de excepcionalidad, sólo cabía esperar la aprobación, “sí o sí”, en el Congreso de los Diputados del decreto de prórroga de la alarma, la cuarta, presentado por el Ejecutivo, quien, hasta pocas horas antes del debate, no tenía garantizada la aprobación a causa de su minoritario respaldo parlamentario, el más exiguo de todos los gobiernos democráticos, ya que hasta quienes le auparon al poder en la moción de censura (léase PNV o ERC) manifestaban sus reticencias e incluso su rechazo a concederle una nueva prórroga, generando incertidumbres innecesarias en momentos tan delicados como el que estamos viviendo a causa de la pandemia. En definitiva, una irresponsabilidad o frivolidad manifiesta por no haber hecho el Ejecutivo los deberes en tiempo y forma, que, finalmente, tuvo que hacer deprisa y corriendo, tras el anuncio por parte del primer partido de la oposición, el PP, (Vox anunciaba su voto en contra y Ciudadanos dudaba en apoyar el decreto) de que no apoyaría la cuarta prórroga del estado de alarma para evitar que el Gobierno siguiera actuando sin contar con ellos para nada como si tuviera mayoría absoluta y no les necesitara para sacar sus proyectos adelante. La indecencia y el chantaje llegaron al extremo de que Sánchez incluso llegó a responsabilizar a Casado (que le había apoyado en todas las prórrogas anteriores) de las consecuencias de un posible rebrote y éste le devolvía el exabrupto diciéndole que con ese planteamiento el único responsable de todo lo acaecido hasta hoy sería el Presidente. En fin, todo lo contrario al ejercicio de una política con mayúsculas. Al final, el gobierno de izquierdas progresista de Sánchez e Iglesias, abandonado por quienes le auparon al poder, entre ellos ERC, consigue su objetivo de prorrogar la alarma gracias al apoyo de la derecha (Ciudadanos y PNV) tras concederles una serie de peticiones, entre ellas, la cogestión de la desescalada con las CCAA, la desvinculación de las medidas de apoyo social, económico y laboral del estado de alarma y la elaboración de un “Plan B” que permita el tránsito de la excepcionalidad a la normalidad constitucional, amén de un compromiso de decretar el luto por las víctimas, que el PP le venía solicitando y que Sánchez anunciaba para cuando la mayoría de los territorios hayan pasado a la fase siguiente de desescalada. Medidas que exigía, como la mayoría de los grupos, el PP, quien, tras acusar a Sánchez de querer una “dictadura constitucional”, finalmente se abstuvo en la votación. El Presidente Sánchez, en este nuevo escenario político de cogobernanza obligada con las CCAA para la desescalada y de exigencia de previo diálogo fluido para evitar la actual unilateralidad gubernamental (hasta ahora el Ejecutivo tomaba las decisiones a priori y las comunicaba al resto después, tarde y mal, sin posibilidad de enmienda alguna), ganaba así quince días más de un necesario y conveniente estado de alarma, pero a su vez evidenciaba su fragilidad, con reproches y críticas a su gestión por parte de todos los grupos políticos, incluidos quienes a priori apoyaban su decreto de prórroga de la alarma sin previas contrapartidas, y con el rechazo contundente de quienes, absteniéndose o votando en contra, ya le anuncian que esta será la última vez que, por activa o pasiva, permitirán nuevas prórrogas de la alarma, esperando que el Gobierno presente el comprometido “Plan B” para salir definitivamente de esta situación, constitucional pero de excepcionalidad, tal como hacen otros gobiernos democráticos de nuestro entorno. En democracia, especialmente si....... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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