miércoles, 4 de marzo de 2020

SÓLO SÍ, ES SÍ

                        La imposición, sí o sí, de la improvisada y precipitada Ley de Libertad Sexual (conocida ya vulgarmente como la ley del “sólo sí, es sí”) por parte de la podemita Irene Montero, la Ministra de Igualdad que paradójicamente ha vetado al sexo masculino para ejercer cualquier cargo relevante en su Ministerio, ha desencadenado el primer grave desencuentro en el seno del Gobierno de coalición de Pedro Sánchez, al extremo de que Igualdad ha tenido que limar el borrador inicial tras las críticas de Justicia y la Vicepresidenta Calvo ha tenido que intervenir de urgencia para salvar la ley estrella feminista de Podemos, corrigiendo entre ambos ministros socialistas los graves errores “técnicos” y las “debilidades” del borrador de la Ley, mientras el Gobierno cuestionaba las “prisas” del partido de Iglesias. Y es que Irene, más pendiente de su demagógico protagonismo personal de cara al 8-M que de elaborar concienzudamente y en serio una necesaria Ley de Libertad Sexual, impone su precipitada y bisoña Ley sin aclarar, por ejemplo, cómo probar en un juzgado que sólo el “sí”, explícito y fehacientemente expresado, es “sí” en una relación sexual, íntima y normalmente sin testigos, muchas veces espontánea y esporádica, cuando lo natural es expresar el consentimiento de otras muchas formas, entre ellas, no poniendo resistencia alguna al mutuo deseo por parte de ambos y colaborando en la incentivación del mismo, por lo que parece que lo razonable y natural, siempre que los protagonistas estén en plenas facultades mentales y sin coacciones, debiera ser poner fin a la situación mediante un “no” rotundo por parte de cualquiera de ellos, bien al inicio del encuentro o durante el mismo para dejar bien claro hasta qué límites quiere llegar cada uno de los intervinientes. No en vano, ministros socialistas estallan contra Pablo Iglesias, quien, saliendo en defensa de su compañera Irene, culpa a Calvo de torpedearla y sugiere que el Ministro de Justicia es “machista”, acusándole de escudar su “machismo frustrado” en excusas técnicas sobre el texto, mientras los socialistas consideran que “la ley era una chapuza” y explican que la corrigen porque no tenía “fundamento”. Así las cosas, la guerra Calvo-Montero amenaza incluso la manifestación institucional del 8-M por el día de la mujer (a la que el PP se une este año con un manifiesto propio), pues la Vicepresidenta acudirá con su pancarta y el Ministerio de Igualdad aún no tiene agenda cerrada. Mal nace pues una necesaria ley, que debiera ser consensuada y pormenorizadamente estudiada (esperemos que se haga al menos durante su tramitación en el Congreso), para poner fin en el Código Penal a la actual difusa tipología de delitos sexuales que permite un exceso interpretativo por parte de los jueces, quienes pueden emitir sentencias escandalosas, como la del caso de la manada, en vez de embrollarlo más todavía con ese “sólo sí, es sí” que, para ser eficiente, probatoriamente hablando, requeriría de la presencia de un notario en los actos sexuales o la exigencia por parte de sus protagonistas de un expreso y previo consentimiento por escrito o fehacientemente expresado, salvo que se quiera dejar el asunto a la credibilidad o no por parte de los jueces de la palabra de uno u otro en un hipotético conflicto judicial, lo que haría aún más subjetiva la decisión de los magistrados, salvo que los denunciados aporten el acta notarial del consentimiento o la prueba material del mismo. Por lo demás, y a la espera de la tramitación parlamentaria, la Ley, que pone todo el acento en ese consentimiento expreso, elimina...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/).

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