La imposición, sí o sí, de
la improvisada y precipitada Ley de Libertad Sexual (conocida ya vulgarmente como
la ley del “sólo sí, es sí”) por parte de la podemita Irene Montero, la
Ministra de Igualdad que paradójicamente ha vetado al sexo masculino para
ejercer cualquier cargo relevante en su Ministerio, ha desencadenado el primer
grave desencuentro en el seno del Gobierno de coalición de Pedro Sánchez, al
extremo de que Igualdad ha tenido que limar el borrador inicial tras las
críticas de Justicia y la Vicepresidenta Calvo ha tenido que intervenir de
urgencia para salvar la ley estrella feminista de Podemos, corrigiendo entre
ambos ministros socialistas los graves errores “técnicos” y las “debilidades”
del borrador de la Ley, mientras el Gobierno cuestionaba las “prisas” del
partido de Iglesias. Y es que Irene, más pendiente de su demagógico
protagonismo personal de cara al 8-M que de elaborar concienzudamente y en
serio una necesaria Ley de Libertad Sexual, impone su precipitada y bisoña Ley
sin aclarar, por ejemplo, cómo probar en un juzgado que sólo el “sí”, explícito
y fehacientemente expresado, es “sí” en una relación sexual, íntima y
normalmente sin testigos, muchas veces espontánea y esporádica, cuando lo
natural es expresar el consentimiento de otras muchas formas, entre ellas, no
poniendo resistencia alguna al mutuo deseo por parte de ambos y colaborando en
la incentivación del mismo, por lo que parece que lo razonable y natural,
siempre que los protagonistas estén en plenas facultades mentales y sin
coacciones, debiera ser poner fin a la situación mediante un “no” rotundo por
parte de cualquiera de ellos, bien al inicio del encuentro o durante el mismo
para dejar bien claro hasta qué límites quiere llegar cada uno de los
intervinientes. No en vano, ministros socialistas estallan contra Pablo
Iglesias, quien, saliendo en defensa de su compañera Irene, culpa a Calvo de
torpedearla y sugiere que el Ministro de Justicia es “machista”, acusándole de
escudar su “machismo frustrado” en excusas técnicas sobre el texto, mientras
los socialistas consideran que “la ley era una chapuza” y explican que la
corrigen porque no tenía “fundamento”. Así las cosas, la guerra Calvo-Montero
amenaza incluso la manifestación institucional del 8-M por el día de la mujer
(a la que el PP se une este año con un manifiesto propio), pues la
Vicepresidenta acudirá con su pancarta y el Ministerio de Igualdad aún no tiene
agenda cerrada. Mal nace pues una necesaria ley, que debiera ser consensuada y
pormenorizadamente estudiada (esperemos que se haga al menos durante su
tramitación en el Congreso), para poner fin en el Código Penal a la actual
difusa tipología de delitos sexuales que permite un exceso interpretativo por
parte de los jueces, quienes pueden emitir sentencias escandalosas, como la del
caso de la manada, en vez de embrollarlo más todavía con ese “sólo sí, es sí”
que, para ser eficiente, probatoriamente hablando, requeriría de la presencia
de un notario en los actos sexuales o la exigencia por parte de sus protagonistas
de un expreso y previo consentimiento por escrito o fehacientemente expresado,
salvo que se quiera dejar el asunto a la credibilidad o no por parte de los
jueces de la palabra de uno u otro en un hipotético conflicto judicial, lo que
haría aún más subjetiva la decisión de los magistrados, salvo que los
denunciados aporten el acta notarial del consentimiento o la prueba material
del mismo. Por lo demás, y a la espera de la tramitación parlamentaria, la Ley,
que pone todo el acento en ese consentimiento expreso, elimina...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/).
No hay comentarios:
Publicar un comentario