Como ya es tradicional
nuestro Jefe de Estado, el Rey Felipe VI, nos obsequia, una vez más, por estas
fechas navideñas con un discurso lleno de sentido común, respetuoso con todos,
ponderado, prudente, e inmaculado desde el punto de vista democrático. Un
discurso que recoge las mayoritarias inquietudes y preocupaciones por las que
atravesamos hoy los españoles en plena incertidumbre de gobernabilidad e
inestabilidad política y territorial, lo que conforma, sin lugar a dudas, el
momento más delicado de toda nuestra reciente democracia desde el patético y
fracasado intento de golpe de Estado del 23-F que en 1981 sufrimos los
españoles y que, junto a los ciudadanos, tuvo que afrontar su padre el Rey Juan
Carlos entonces Jefe de Estado. Basta destacar algunos párrafos del discurso
del Rey Felipe para constatar su sintonía con lo que hoy espera la inmensa mayoría
de la ciudadanía, no siempre bien entendido por buena parte de nuestros
políticos. En efecto, el Rey Felipe llama al diálogo y a que se superen las
fracturas sociales, alertando contra los “extremos” y la “autocrítica
destructiva”, que no nos conduce a nada, y recomienda que “confiemos en
nosotros sin divisiones que erosionan nuestra convivencia” ya que “España no
puede quedarse inmóvil, ni ir por detrás de los acontecimientos” y señala la
situación de Cataluña como uno de los principales retos. Con un escrupuloso
sentido democrático añade que “debemos integrar nuestras diferencias dentro del
respeto a la Constitución, que reconoce la diversidad territorial”, resalta la
necesidad en nuestro Estado de Derecho de cumplir la ley, lo que “asegura
nuestra convivencia en libertad” y recuerda que corresponde al Congreso de los
Diputados otorgar o no la confianza al candidato a ser investido Presidente,
apelando a la Cámara para que tome la decisión más conveniente para “el interés
general de los españoles” y manifestando que, como a todos nosotros, le
preocupa “el deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las
instituciones”, llama a “confiar en España” y recalca que “vivimos en tiempos
de mucha incertidumbre” mientras apela a “tener más que nunca una confianza
firme en nosotros mismos y en España”…… ¿Algún pero al discurso real? ¿algún
matiz que no sintonice con el sentir de la inmensa mayoría de la ciudadanía
española?; sinceramente, creo que no. España atraviesa hoy un delicado momento
político-institucional con una serie de fuerzas políticas centrifugas en auge
que, interesadas más en sus objetivos particulares que en los generales,
amenazan destruirla como Estado democrático, pues su pretendida desmembración
en varias naciones (¿ocho?, como dice Iceta, ¿cuatro?, ¿tres? ¿diecisiete?)
finiquitaría definitivamente el histórico proyecto común de Estado Español,
que, con sus luces y sombras, ha venido cimentando el conjunto de los españoles
(incluidos catalanes y vascos) a lo largo de los siglos, superando no pocos
episodios de incertidumbres y dificultades, de encuentros y desencuentros,
dándose ahora la paradoja de que su éxito destructivo se consolidaría precisamente
para enterrar el mayor periodo de prosperidad, paz y libertad vivido por los
ciudadanos españoles a lo largo de toda su historia. Un contrasentido que sólo
cabe entender desde..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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