domingo, 27 de octubre de 2019

EXHUMACIÓN….Y PUNTO

                        En plena precampaña electoral y en plena efervescencia del secesionismo más radical y totalitario se cuela la exhumación de los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos y su inhumación posterior en el cementerio de Mingorrubio en El Pardo, desatando absurdamente filias y fobias cuando debiera tratarse de un acto con absoluta normalidad en cumplimiento de una decisión del Congreso de los Diputados sin ningún voto en contra y con los parabienes del Poder Judicial, correspondiendo al Ejecutivo de turno llevarlo a cabo. Así debiera haber sido si nadie, absolutamente nadie, hubiera entendido que podría obtener réditos electorales con el asunto, en una sociedad en la que el 64% de los votos que irán a las urnas el 10-N es postfranquista, pues la mayoría del censo electoral no había nacido o tenía menos de quince años cuando el dictador murió tranquilamente en su cama sin haber sido derrocado (una de las grandes diferencias si lo comparamos con otros dictadores como Hitler o Mussolini, entre otros) y, por tanto, con sus partidarios en plena vigencia, entre ellos buena parte del Ejército de entonces. Dicen los expertos que PSOE y Vox serán quienes más rédito electoral saquen del asunto; yo no lo sé, pero sí sé que es una indecencia y una irresponsabilidad resucitar con fines electorales los fantasmas de uno u otro bando después de más de cuarenta años y, más aún, enturbiar y desacreditar el complejo periodo conocido como La Transición, reconocido como modélico en su momento por todas las instancias nacionales e internacionales, que dio paso de una dictadura a una democracia sin derramamiento de sangre, gracias a un dificilísimo esfuerzo de consenso en el que tirios y troyano tuvieron que dejarse muchos pelos en la gatera renunciando a muchos objetivos en favor del supremo fin de que los españoles vivieran libremente y en convivencia pacífica. Y es precisamente en este consolidado escenario democrático, surgido de la Transición, cuando se dan ahora todas las condiciones para exhumar los restos del dictador….y punto. La anomalía está en el uso partidario que cada quien quiera hacer, incluso arremetiendo contra aquel loable espíritu de reconciliación que hicieron sus padres y abuelos para que hoy gocemos de las mayores cotas de libertad, paz y progreso de toda nuestra historia. Por ello sobran los homenajes al dictador por parte de algunos nostálgicos y sobran declaraciones sobredimensionadas y rimbombantes como que con la exhumación “se pone fin a una afrenta moral” o se “empieza a dignificar” la democracia y cosas por el estilo, que implícitamente suponen el descredito de un sistema democrático, homologable con los del resto de Europa, y del ingente esfuerzo de quienes en los años setenta hicieron posible conseguirlo. Por ello toda la oposición, tanto de derechas como de izquierdas, por unas u otras razones, tachan al Gobierno de Sánchez de “electoralismo”, pues sus previos anuncios gubernamentales de discreción para la exhumación no encajan con las varias horas de ceremonia en directo en la televisión pública, ni con los 500 periodistas acreditados para el evento, dando lugar a que la Junta Electoral avisara de que Sánchez no puede “patrimonializarla” ni “exhibirla como un logro”. Y es que, al final, el Gobierno decidió convertir el traslado en un espectáculo mediático televisado lo que ha provocado una..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/). 

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