Como era más que
previsible, dada la manifiesta incapacidad e irresponsabilidad de nuestros
dirigentes políticos, ensimismados en sus intereses particulares y partidistas
en vez del interés general de todos los españoles, la pertinente ronda con el
Rey constata que ni la fuerza más votada, ni ningún otro líder político cuenta
con apoyos suficientes para ser investido como Presidente del Gobierno….y,
menos aún, para garantizar una gobernabilidad estable, creíble y viable para
afrontar los urgentes retos que España tiene planteados, por lo que, sin otra
salida, se liquida esta inoperante legislatura y habrá que volver de nuevo a
las urnas el próximo día 10 de noviembre. Y, ante la manifiesta incompetencia
política demostrada en estos últimos meses, no estaría de más que, para que no
se repitiera el esperpento, los pretendientes a ser futuros candidatos a
presidir el Gobierno de España hicieran un básico cursillo intensivo de
capacitación para aprender algo tan simple como que, salvo que obtengan mayoría
absoluta, el aspirante está obligado a buscar alianzas con el resto de
formaciones políticas para conseguir una mayoría parlamentaria suficiente y es
el principal responsable del fracaso; que, para ello, evidentemente ha de
renunciar a una parte de los objetivos de su proyecto y aceptar buena parte de
las condiciones que le exija el presunto aliado y para ello se requiere una
verdadera voluntad de negociación y no de imposición; que es él quien elige al
presunto socio, ya sea a su izquierda o a su derecha ideológica, y, por tanto,
él es el responsable de las consecuencias políticas que ello pueda acarrearle y
acarrear al país; que en la negociación no caben vetos, ni a personas ni a
proyectos, sino, en todo caso, aplazamientos estratégicos pactados de
determinadas propuestas programáticas que pudieran ser indeseables o
inasumibles; y que si no se cuenta con todo lo anterior por la razón que fuere
sólo cabe renunciar a la candidatura, bien para que el Jefe del Estado, el Rey,
designe a otro candidato que pudiera contar con la citada necesaria mayoría
parlamentaria, bien para disolver las Cortes y convocar de nuevo elecciones.
Así lo entendió Rajoy en su momento, renunciando al instante a ser el candidato
cuando con 123 escaños (los mismos que tiene hoy Sánchez) comprobó que nadie
estaba dispuesto a pactar con él, y así se ha visto obligado Sánchez a
entenderlo, pero después de cuatro meses en los que, teniendo la posibilidad de
entenderse con quienes él mismo señalaba que eran sus socios preferentes, se ha
dedicado a marear la perdiz. Menos mal que, al menos, en esta ocasión no ha
aparecido ningún temerario como Sánchez, tras la renuncia de Rajoy, dispuesto a
presentarse a una investidura sin contar con los pertinentes apoyos, y que
finalmente, como era de esperar, resultó fallida, tras la pertinente pérdida de
tiempo, mientras criticaba la retirada de Rajoy por no contar con la mayoría
suficiente y él, sin tenerla, conseguía ser propuesto como candidato. Si ahora
él hubiese hecho lo mismo que hizo Rajoy, al menos, no se hubiera perdido más
de cuatro meses de inoperancia política, de gobernabilidad en funciones y de
parálisis parlamentaria….eso sí, todos cobrando del erario público por su
manifiesta incompetencia. Esperemos que..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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