Si la necedad es la
demostración de poca inteligencia (de ahí la necesidad de los necios de
rectificar constantemente lo que hacen o dicen) y si la picardía es la
habilidad para sacar provecho de ciertas situaciones (o para que no se vea o se
sepa una cosa), podríamos calificar a Pedro Sánchez de necio y pícaro con
sobresaliente, pues sus permanentes bandazos y rectificaciones, así como su
descaro para sacar provecho de situaciones que él mismo provoca con sus
incoherencias, así lo avalan. Baste referirnos a dos asuntos preocupantes y de
rabiosa actualidad, como son la crisis del Open Arms y la necesidad de
conformar un gobierno estable. En el caso Open Arms, Sánchez, después de
alinearse al inicio con las tesis de la UE de dejar el barco a su suerte y
practicar el silencio como respuesta (tan diferente del caso Aquarius con el
que, sin que sirva de precedente, estrenó su mandato, para desistir luego de
repetirlo), mientras el italiano Salvini se negaba a que atracara en cualquier
puerto italiano, el Gobierno sanchista en funciones pasa a un enfrentamiento
verbal contra Salvini a manos de la Vicepresidenta Calvo (el Presidente goza de
vacaciones en Doñana), para continuar rectificando su postura oficial (sin duda
alguna la migración es un problema global y debiera ser paliado desde toda la
UE y no por unos u otros estados unilateralmente), y, tras autoproclamar a
España partícipe voluntario, junto a otros cinco estados-miembros, del reparto
de migrantes y acogerlos (ni palabra sobre el resto de Estados como si no
fueran miembros del Club), una vez desembarcaran en Italia (el lugar más
próximo al barco), prosigue sus bandazos ofreciendo finalmente el puerto
español de Algeciras, el más saturado y el más lejano al barco, destino que
rechaza su tripulación, ya que, tras dieciocho días de angustia y
desesperación, ve inviable tan larga travesía, mientras Salvini, con el barco
fondeado en la costa de Lampedusa manifiesta que “el que resiste, gana”, hasta
que, por fin, Sánchez, en otra nueva vuelta de rosca, da un nuevo bandazo y
rectifica de nuevo ofreciendo los puertos de Mahón o Palma, tras el rechazo del
de Algeciras por parte de la ONG. Y al final, la traca definitiva, la enésima
rectificación de Sánchez, que decide enviar un buque de la Armada Española para
escoltar al Open Arms hasta España, mientras la Justicia italiana ponía cierto
orden en el caos y finiquitaba la crisis humanitaria, incautando el barco y
desembarcando al casi centenar de migrantes que aún permanecían a bordo;
entretanto, el buque de la Armada proseguía su periplo a ninguna parte.
Sánchez, que en este asunto, como en tantos otros, había hecho gala de su
manifiesta necedad, iniciaba ahora su picardía (quizá demasiado tarde)
intentando aparecer como el bueno de la película, el generoso y el más
humanitario gobernante de Europa. Vamos, como si nada de lo relatado hubiera
sucedido. Atrás quedaba el choque Salvini-Sánchez, que ponía en evidencia a la
UE y su ineficacia; las advertencias de la tripulación, desechando Algeciras
porque “es insostenible y podemos vivir una tragedia”, y reclamando atracar con
urgencia en Italia; las quejas de la
Junta de Andalucía a los bandazos de Sánchez y de Moreno Bonilla concretamente
acusándole de “deslealtad” y de despreciar Andalucía ya que ni tuvo la cortesía
de comunicar la decisión de ofertar Algeciras a las instituciones andaluzas; la
denuncia del Ayuntamiento gaditano de que no se les avisó de la propuesta
inicial y criticando la “falta de respeto”; las acusaciones cruzadas entre
Calvo y la ONG, diciendo la ministra que rechazaron el puerto de Malta y que
ahora quieren trasladar a los migrantes
en avión a Madrid; y las declaraciones del..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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