Las reticencias de
algunos de los gobiernos de muchos de los Estados miembros de la UE y la
eurofobia generalizada de los partidos populistas de extrema izquierda o
derecha que proliferan en suelo europeo, configuran una Europa rota y
desnortada, incapaz de afrontar los retos que le plantea este mundo globalizado
y complejo. Y uno de estos retos inaplazables es el gravísimo problema de la
inmigración, personificado hoy en la crisis del Open Arms, que, cargado de
migrantes a bordo, deambula por el Mediterráneo sin rumbo fijo esperando que
algún país le permita desembarcar a los migrantes rescatados del mar en alguno
de sus puertos. Pero ni siquiera la decisión de un juez italiano para que le
deje atracar en la isla italiana de Lampedusa, doblega a Salvini, ministro de
Interior italiano de extrema derecha, quien, de forma totalitaria y unilateral,
se apresura a firmar otra orden para evitarlo, bloqueando la solución al
puntual conflicto del Open Arms (el conflicto global de la migración es de una
dimensión que trasciende a este parcheo hipócrita y coyuntural) a pesar del
aval judicial, del criterio del Primer Ministro de Italia de cuyo Gobierno
Salvini forma parte, de la condena por parte de la UE de este incomprensible
secuestro salviniano del barco o de la oferta y compromiso de Bruselas de
repartir a los inmigrantes entre seis de los países de la Unión (España,
Alemania, Luxembuurgo, Rumanía, Francia y Portugal), que, tras el sufrimiento
angustioso durante días y días en medio del mar, finalmente se prestan a
acogerlos. Ni las despiadadas decisiones de Salvini, ni los demagógicos gestos
puntuales electoralistas de Sánchez como fue el “caso Aquarius” (insostenibles
para el resto de casos), ni las voluntariosas decisiones o no de acogimiento y
reparto por parte de determinados países en cada caso concreto, van a paliar un
conflicto que ha de ser afrontado de forma global por toda la UE en su
conjunto. Pero esta Europa rota y desnortada, ensimismada casi exclusivamente
en sus problemas económicos, que no es poco, es incapaz de profundizar en la
imprescindible cohesión política y social necesaria para emprender el camino
hacia un federalismo europeo cada vez más necesario, e imponer un modelo común,
que impida las arbitrarias decisiones puntuales de los gobiernos de sus estados
miembros, cada uno a lo suyo, frente al interés general común. No es cuestión,
aunque también, de resolver la crisis puntual del Open Arms, pues vendrán otros
muchos Open Arms, sino la crisis global de la inmigración, que no puede
depender de las caprichosas decisiones unilaterales de los gobernantes de turno
de los Estados Miembros de la UE sino de una política migratoria común,
inexistente hoy por hoy, en esta Europa rota y desnortada. Así las cosas,
ciñéndonos al caso concreto del Open Arms y a España, que, por cierto, ha
reducido un 39% las entradas irregulares de inmigrantes en lo que va de año
gracias a la actitud de Marruecos a cambio de pasta, Sánchez, por fin,
rectifica una vez más en pocos días y decide ahora acoger inmigrantes, formando
parte del reducido grupo de seis países dispuestos a ello, mientras Bruselas ruega
que desembarquen para distribuirlos después entre ellos. Y mientras llega el desenlace
definitivo la situación en .... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/).
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