Ningún demócrata con dos
dedos de frente consideraría positivo tras unas elecciones bloquear adrede por
intereses espurios la investidura del nuevo Presidente de Gobierno, de
Comunidad Autónoma o Alcalde y entorpecer la pertinente gobernabilidad
democrática, pero por desgracia no es así ya que no todos los líderes de los
partidos políticos están a la altura de las circunstancias y, aprovechando
cualquier resquicio o laguna legal, prefieren recrearse en su manifiesta
incompetencia, al extremo de que muchos Estados democráticos han tomado medidas
legales para que el candidato más votado tenga más fácil acceder a la
investidura y evitar que cualquiera de los perdedores se alce con ella mediante
pactos negativos mayoritarios de bloqueo al ganador. En España investir al más
votado ha sido lo razonable, normal y positivo hasta la quiebra del
bipartidismo, cuando el proceso de investir a los gobernantes se ha convertido
en una odisea indeseable que hay que paliar cuanto antes para evitar todos los
perjuicios que ello ocasiona a la ciudadanía, y para ello se requiere altura de
miras por parte de aquellos líderes de los partidos mayoritarios (la pertinente
reforma afectaría a la Constitución y a la Ley Electoral), quienes habrían de
abandonar el oportunismo y el cortoplacismo político en favor del interés
general. Sin embargo, no van por ahí los tiros y prevalecen los egoísmos e
intereses personales, adobados con cínicos planteamientos que, de entrada, descalifican
a sus protagonistas como gobernantes creíbles y razonables. Cuando en junio de
2015 Mariano Rajoy, tras ganar las elecciones y contar con 123 diputados,
siendo incapaz de conformar una mayoría en el Parlamento que le permitiera ser
investido, por lo que reclamaba que se facilitara su investidura al ser su
partido el más votado, Pedro Sánchez, con un PSOE en caída libre entonces,
respondía tajante y convencido que “lista más votada no es sinónimo de mayoría;
no hay más democracia que la representativa….triunfa quien más apoyos recibe”,
mientras intentaba conformar él inútilmente una mayoría parlamentaria
suficiente con el resto de partidos perdedores para ser investido él mismo…..el
resultado final, nuevas elecciones. Ahora, en julio de 2019, cuando el destino
(o mejor los españoles) ha decidido que el vencedor electoral sea el PSOE y que
Sánchez cuente exactamente con 123 escaños, justo los mismos que tenía Rajoy,
el líder socialista y candidato a ser investido Presidente, tiene el descaro
hipócrita, ante su incapacidad para conseguir apoyos suficientes en el
Parlamento, de manifestar “lo único que pido es que si al final es imposible
llegar a un acuerdo, al menos que permitan gobernar a la lista más votada”,
resucitando, como ven, cuando a él le interesa, el debate sobre la necesidad de
primar al más votado para facilitar su investidura, mientras lo rechazó
tajantemente cuando el beneficiado no era él ¿Qué ha cambiado desde 2015? ¿Por
qué hay que favorecer ahora su investidura y no la de Rajoy entonces? Júzguenlo
ustedes mismos, y verán lo poco adecuada que es la propuesta por necesaria que
sea. En todo caso los partidos discrepan hasta en las fórmulas posibles para
facilitar las investiduras y la gobernabilidad: el PSOE apuesta por que...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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