En un clima de extrema
polarización político-ideológica, con la mayor fragmentación histórica de
oferta político-partidaria (cinco partidos de ámbito nacional, que abarcan todo
el abanico ideológico desde la extrema izquierda a la extrema derecha), con una
patente y potente rebelión separatista contra el orden constitucional, que
puede condicionar la estabilidad gubernamental de España, y con la amenaza de
una cierta recesión económica europea, que para nuestro país sería nefasta,
finaliza una campaña electoral de elecciones generales (y autonómicas en la
Comunidad Valenciana), que serán decisivas, esta vez más que nunca, para el
incierto futuro inmediato de todos los españoles. En efecto, no pocas
circunstancias hacen que estas elecciones, las más imprevisibles de nuestra
democracia, se conviertan en una experiencia única y novedosa, no ya por la
incertidumbre de resultados que vaticinan las encuestas, sino además por el
contexto histórico en que se producen tras el turbulento recorrido de la
anterior legislatura, fracturada mediante una exitosa moción de censura al
débil gobierno de centro-derecha surgido de las urnas (apoyado por 137 escaños)
para dar paso a otro gobierno coyuntural de signo ideológico contrario más débil
aún (apoyado por 84 diputados), que finalmente se ha visto obligado por sus
propios valedores a hacer este adelanto electoral de imprevisibles
consecuencias tras rechazarle los Presupuestos que, al menos, le hubiera
permitido acabar la legislatura. La liquidación definitiva del bipartidismo,
que ha dado estabilidad gubernamental durante las últimas décadas, la mayor
fragmentación de la derecha con la aparición exitosa de Vox, su versión más
radical, en la escena política, la previsible concentración del voto útil en
torno al gubernamental PSOE frente a UPodemos, que se aleja del pretendido
“sorpasso” de las últimas elecciones, y el protagonismo e influencia del
radical secesionismo totalitario en la conformación de este gobierno surgido de
la moción de censura, son ingredientes esenciales que, sin duda, condicionarán,
para bien o para mal, el resultado final de estas elecciones, al igual que han
condicionado la campaña electoral que hoy termina. Atrás quedan las estrategias
y tácticas electorales, las promesas programáticas más o menos creíbles, los
debates reales o inventados, las acusaciones verdaderas o falsas, los insultos
y conatos de violencia a determinados candidatos por parte de los
intransigentes, las verdades y mentiras a medias, la apelación al voto útil o
al voto del miedo, los errores y aciertos de los candidatos, las ambigüedades
calculadas….. Ahora llega la hora de la verdad, la hora de votar, elemento
esencial de la democracia; votar con total libertad según el criterio personal
de cada ciudadano y bajo su responsabilidad individual del conocimiento de
causa que cada quien haya querido obtener para hacerlo con el menor error
posible; votar dentro del marco democrático legal constituido y no al libre
albedrío como algunos pretenden para después no acatar los resultados; votar
con la razón o con el corazón, pero votar, para que, al menos, nadie..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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