Al margen de las
propuestas electorales de tipo ideológico, social o económico que cada partido
haga, el trasfondo esencial de estas elecciones es la disyuntiva entre una
apuesta nítida y contundente por un constitucionalismo democrático, que garantice
la unidad del Estado, o la apuesta o condescendencia irresponsable por una
nebulosa aventura de rupturas territoriales que, en caso de producirse, daría
al traste no sólo con las políticas de mayor o menor progreso económico y
social sino también con el marco territorial adecuado para poder llevarlas a
cabo. Y para evitarlo, al margen de ideologías democráticas en términos de
izquierda-derecha, se requiere un consenso firme y sólido de los partidos constitucionalistas
frente a aquellos que apuestan claramente por aventuras rupturistas
territoriales con el propósito incluso de lograrlas por medios ilegales, e
incluso violentos si fuera preciso, o con chantajes de apoyos a la
gobernabilidad a cambio de cesiones por parte del Gobierno a sus propuestas de
dudosa legalidad democrática. Por ello, en esta campaña electoral es saludable
en términos democráticos priorizar los llamados “asuntos de Estado” frente a la
dicotomía “izquierda-derecha” ya que, si nos cargamos el Estado Democrático de
Derecho, sobran todos los proyectos gubernamentales tanto de izquierdas como de
derechas. Y en este contexto, hay que exigir a los partidos absoluta claridad,
pues no dejan de ser preocupantes las alianzas del Gobierno sanchista con
partidos ultranacionalistas separatistas, sin que el PSOE socialista alce su
voz ante semejante peligro, no ya para el propio socialismo democrático
contaminado de trasnochados nacionalismos, sino también para la propia solidez
de nuestra Democracia, peligrosamente amenazada por éstos. Y la guinda la acaba
de poner Sánchez con la aprobación en la Diputación Permanente del Congreso de
sus “decretos sociales”, bastante cuestionados democráticamente al ser
aprobarlos en plena precampaña electoral y con las Cortes disueltas, con el
apoyo de la mayoría radical populista-nacionalsecesionista-abertzale que le
facilitó el éxito de la moción de censura para dejarlo después tirado en la
aprobación de sus Presupuestos y, paradójicamente, volver ahora a auparle; en
efecto, tras dos días de negociaciones con el partido de Otegi y la promesa de
acelerar competencias, Podemos, PNV, Bildu y el independentismo catalán, tanto
de izquierdas como de derechas, aprueban los seis decretazos del Gobierno pese
a criticar su electoralismo y pese a las dudas sobre la financiación de los
casi 4.000 millones que costará aplicarlos, mientras Otegi no escatima en
manifestar que quiere ser un apoyo estable de un futuro Gobierno de Sánchez,
quien ensaya así la reedición del pacto “Frankenstein”, cediendo a las
exigencias de PNV y Bildu, en tanto que Casado denuncia que es Otegi quien
“está decidiendo el futuro de España” y resume su programa en “echar a Sánchez”
declarándose el PP “indignado” por las cesiones a los nacionalistas y
anunciando que llevará los “decretos abertzales” al Tribunal Constitucional. De
momento, la realidad es que los.... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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