La gobernabilidad de
Andalucía, la estabilidad del Gobierno de Sánchez y el “procés” independentista
ponen en evidencia el uso torticero que hacen nuestros políticos en general
sobre “las líneas rojas” y los “cordones sanitarios” con meros intereses
electoralistas y no con profundas convicciones de fortalecer la democracia.
Cabe pues aclarar, para que nadie se lleve a engaño, que en términos
democráticos ni caben previas y genéricas líneas rojas ni cordones sanitarios contra
ninguno de los partidos legalmente constituidos, dado que, tras comparecer en
las elecciones, tanto sus programas como sus escaños tienen idéntico valor
democrático y quedan a expensas exclusivamente del juego de mayorías
parlamentarias o no para convertir las propuestas en leyes o rechazarlas
políticamente por razones ideológicas. Sin embargo, sí caben líneas rojas y
cordones sanitarios en términos democráticos cuando se toman decisiones
gubernamentales desde las instituciones contraviniendo la legalidad vigente o
atentando contra los derechos humanos avalados por la Constitución, pero jamás
contra las propuestas al respecto por anticonstitucionales que sean siempre que
el procedimiento para convertirlas en mayoritarias con aspiración de
convertirlas en leyes sea constitucionalmente contemplado y no contra lo
establecido, requiriendo obviamente una previa reforma constitucional para
darles legitimidad democrática. Cuestión distinta son las líneas rojas, que no
los cordones sanitarios, en términos políticos a propuestas programáticas o
proyectos ideológicamente antagónicos, que, en todo caso, si no se
establecieran afectaría estrictamente a la credibilidad del partido o partidos
afectados ante sus electores que son siempre quienes tienen la última palabra
en democracia. Por tanto, ni caben líneas rojas contra los diputados de extrema
izquierda o extrema derecha, ni contra los secesionistas o populistas, ni caben
cordones sanitarios contra los partidos que les presentaron para representar a
los ciudadanos españoles, pues una vez conseguidos los escaños todos han de
tener idéntica legitimidad democrática y todos representan por igual al pueblo
español, al margen de que sus opciones sean mayoritarias o minoritarias. Sí
caben líneas rojas, que no cordones sanitarios, tanto democráticas como
políticas, a propuestas claramente antidemocráticas, a decisiones
gubernamentales anticonstitucionales o a procedimientos ilegítimos no
establecidos en la Constitución que atentan contra la solidez de la democracia.
Dicho lo anterior, ni procede la previa negativa de Ciudadanos a sentarse a
dialogar con Vox para conformar un pacto de gobierno en Andalucía, ni procede
el mantenimiento del diálogo por parte del Gobierno de España con el
secesionismo radical sin previa renuncia a actuar al margen de la legalidad
democrática establecida cuando el Govern de la Generalitat exige reiteradamente
que el Gobierno de España actúe de forma ilegal para garantizarle sus
totalitarios objetivos a cambio de su apoyo. Sí procede que..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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