Por aquello de que, como
la mujer del César, los políticos no sólo han de ser honrados sino parecerlo,
siempre defendí que no era saludable que ninguna persona mejorase su
“currículum” profesional durante su dedicación a la política, manía por cierto
frecuente de demasiada gente para adornar su imagen; entendí que cuando alguien
decide dedicar un tiempo de su vida a la política (algunos incluso deciden
hacerlo para siempre), sustituyéndola por su actividad profesional, si es que
la tienen (supongo que cada quien debe tener una profesión, la que sea, antes
de dedicarse a la política y vivir de ella, como es lógico), no debía alterar sustancialmente
durante ese periodo (siempre cabe la sospecha de utilizar su cargo para obtener
ventajas) su bagaje profesional (e incluso económico, salvo en la proporción
adecuada y medible entre su cargo actual y su status anterior) y, por ello, ni
se me pasó por la imaginación mejorar mi currículum durante mi estancia en la
política activa: cuando fui elegido diputado era maestro con oposición ya
aprobada, plaza en Alicante y licenciado en Historia, y cuando dejé de serlo
ese siguió siendo mi currículum (otros decidieron en ese periodo de actividad
política hacer oposiciones, masters, cursos post-grado para promocionarse
profesionalmente e incluso algunos consiguieron mejorar desproporcionadamente
sus fortunas, al extremo de haber entrado en política siendo económicamente
personas normales y salir de ella siendo millonarios). Y, visto lo visto, cada
vez estoy más convencido de que mi opción fue la acertada. El patético caso del
absurdo máster de Cifuentes (y no es el único, no sólo en las filas del PP sino
en las del resto de partidos políticos) y su master-fantasma, salta a la
palestra convulsionando la gobernabilidad de la Comunidad de Madrid y a su
propio partido que no sabe cómo salir del embrollo. Ha bastado que un profesor
de la URJC, militante del PSOE y resentido con la actuación de la exconsejera
popular, Lucía Figar, filtrse por lo visto el oscuro asunto a la prensa para
desatar el caos, pues las explicaciones, confusas y contradictorias, entre la
Universidad y Cifuentes apuntan a la veracidad de lo publicado y a tremendas
irregularidades en la obtención del maldito máster, al extremo de que la URJC
lleva el asunto a Fiscalía, mientras profesores de la propia Universidad se
desmienten unos a otros e incluso hay acusaciones de amenazas….desatándose una
guerra política a muerte. Los populares piden explicaciones al PSOE por el
origen del caso (aquello de “matar al mensajero”, cuando si consideran que éste
vulneró la legalidad al no llevar el caso a un juez, como sería lo correcto en
cualquier funcionario, lo que procede es llevarlo a los juzgados), la
presidenta madrileña acusa a los socialistas de estar detrás de la “trama”
(pero no aporta todas las pruebas para demostrar que no existe), el PSOE con el
apoyo de Podemos registra una moción de censura contra ella (que alega que ella
no ha hecho nada y que quien tiene que demostrar la pulcritud del master es la
Universidad y no los alumnos), Ciudadanos (sabedor de que sí prospera la
censura quitará el gobierno al PP para dárselo a Podemos-PSOE) propone una
comisión de investigación, que rechaza el PP, y desde este..... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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