lunes, 22 de febrero de 2021

POR FIN HABLÓ SÁNCHEZ

                         Después de varios días de vandalismo y violencia callejera en varias ciudades, alentadas por el sector podemita del Ejecutivo y con el silencio cómplice de su Presidente, silencio que Moncloa defiende “por prudencia”, Sánchez se digna por fin a hablar y, de pasada, corrige a su Vicepresidente Iglesias, aunque sin nombrarlo ni tomar medidas directas contra él, manifestando simplemente la obviedad de que “España es una democracia plena y resulta inadmisible cualquier tipo de violencia”, mientras muchos de los barones socialistas, que ya no aguantan más, censuran la vergonzante actitud de su socio de Gobierno. Prudencia que, en todo caso, jamás debe confundirse con negligencia, como es el caso, dando la sensación de complicidad con aquellos que perturban casi permanentemente la paz y la convivencia social, usando la violencia callejera como arma adecuada para conseguir sus objetivos. En todo caso, aunque sea tarde e insuficiente, bienvenido sea el abandono del silencio por parte de Sánchez, posicionándose contra la violencia, aunque al añadir “cualquier tipo de violencia” sigue dando alas a su impresentable socio gubernamental para que éste siga equiparando, como suele hacer, la violencia callejera con la violencia policial, cuando esta última no es violencia sino la legal y legítima aplicación del uso de la fuerza que nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado tienen encomendada constitucionalmente como en cualquier otro Estado democrático. Equiparar y confundir churras con merinas es un cínico ejercicio de sinvergonzonería política, especialmente si se hace desde el propio Gobierno o sus aledaños, que es quien, por un lado, envía a la policía para afrontar las algaradas callejeras y, por otro lado, ningunea y critica su autoridad frente a los energúmenos, siempre bajo el prisma subjetivo de la famosa proporcionalidad en el uso de la fuerza, sin tener presente que los policías están haciendo su trabajo y los alborotadores sencillamente están delinquiendo, en lo que radica la diferencia abismal entre unos y otros. La triste e insoportable realidad es que Podemos, con la necesaria permisividad de Sánchez, fractura más aún al débil y mal avenido Gobierno de coalición apoyando las protestas callejeras violentas y dirigiendo encima sus críticas a la policía, que ya no puede soportar más esta situación de desamparo en su difícil tarea de contener la violencia callejera cada vez más organizada. Sánchez habló por fin, aunque no claro y contundente, pero sigue sin tomar medidas para erradicar del Ejecutivo la esquizofrénica actitud de su Vicepresidente pretendiendo ser Gobierno y oposición a la vez, mientras la oposición real, el PP, le reclama que, de una vez por todas, destituya o reconvenga claramente a Iglesias, quien sigue sin entender (o lo entiende demasiado, que sería peor aún) que ya no es un agitador de masas, demagogo y radical, sino que es el Vicepresidente de un Gobierno democráticamente elegido, por más que él sostenga que en España no hay democracia plena, lo que, en todo caso, implicaría paradójicamente que él mismo se auto-reconoce como un gobernante no democrático, es decir, totalitario…… probablemente confundiendo sus deseos con la realidad. En definitiva, el apoyo de Podemos a los radicales espolea la violencia callejera, mientras Iglesias mete presión a su propio Gobierno pidiendo el indulto para el delincuente Hasél y arremetiendo contra la Policía, mientras Sánchez sospechosamente permanecía en absoluto silencio, dando alas al desafío callejero al no desautorizarlo de forma rápida, clara y contundente. Y mientras Hasel, la sacrosanta excusa de los violentos para manifestarse, acumulaba...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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