jueves, 7 de enero de 2021

AVISO A NAVEGANTES

                             Como cualquier populista, sea de izquierdas o de derechas, que asume el gobierno con el respaldo popular, aunque su ideología no sea genuinamente democrática, el Presidente norteamericano Donald Trump a la hora de dejarlo se aferra al poder cuando el pueblo, libremente, decide dejar de apoyarle, pues para semejantes sujetos la democracia sólo tiene valor si les es favorable, ya que su objetivo es el poder por el poder para aplicar sus demagógicas e iluminadas propuestas contra viento y marea, ya que, en definitiva, se consideran salvadores de la patria y de los pueblos a los que en realidad consideran más bien súbditos que ciudadanos libres. Es el riesgo que corren los pueblos cuando erróneamente apuestan por estos iluminados de pacotilla que, en realidad, son dictadores disfrazados de demócratas que se creen poseedores de la verdad absoluta. En efecto, Trump, desde que perdiera las elecciones no ha dejado de maniobrar a la desesperada para perpetuarse en el poder como sea y sin importarle romper las reglas del juego democrático, que le llevaron al poder, a pesar de que los diez exsecretario de Defensa le advierten de que no recurra al Ejército y a pesar de que no han prosperado sus legítimas pero infructuosas demandas de cambiar los resultados electorales, que considera fraudulentos, incluido el de Georgia que, tras ser revisado, da definitivamente a los demócratas de Biden la mayoría en el Senado, cuyo control le será muy útil para gobernar.  Así y a pesar de todo, Trump presiona a Pence para que no proclame al triunfador Biden y, aunque de momento no recurre al Ejército, instiga una revuelta contra la confirmación del vencedor de las elecciones que se materializa con el asalto violento al Capitolio por parte de varios cientos o miles de sus iluminados seguidores que irrumpen en las Cámaras y se enfrentan a la Policía Nacional, obligando a que Pence, quien se niega a obstruir la ratificación del ganador, sea evacuado junto a los congresistas, y a que la Guardia Nacional intervenga, mientras se declara el toque de queda en la capital de EEUU. Un esperpéntico espectáculo con tiroteos incluidos, mientras el líder republicano después de tres horas de inquietante situación recupera un rayo de mínima lucidez obligada y pide por fin a sus fanáticos seguidores que se marchen, dejando así de impedir la inevitable ratificación del resultado electoral del vencedor Biden, quien, con toda razón manifiesta “esto no es una protesta, es una insurrección”, hasta que, horas después, los congresistas, evacuados en el sótano para evitar linchamientos, consiguen finalmente reanudar la sesión, tras dejar un trágico balance de varios muertos. Ya ven, un comportamiento intolerable por parte de un Jefe de Estado de una República Federal, como es el caso, que debiera servirnos como aviso a navegantes y que contrasta con la coincidencia en el tiempo del ejemplar proceder de otro Jefe de Estado, en este caso el de una Monarquía Constitucional, como es España, donde el Rey Felipe, una vez más, hace un discurso genuinamente democrático con motivo de la celebración de la Pascua Militar recordando, como Jefe del Ejército, a los militares el compromiso con la Constitución, siempre garantía de las libertades ciudadanas, y haciendo un llamamiento al respeto y a la observancia de la Carta Magna pues “todos estamos incondicionalmente comprometidos con la Constitución”. En definitiva, un Rey ejemplar, un Jefe de Estado ejemplar, cuya labor, según SigmaDos, eleva a veinte puntos la ventaja de los favorables a la Monarquía Constitucional, puesta en entredicho demagógicamente por los populistas y secesionistas españoles, frente a los partidarios de una República (las repúblicas, según ellos, siempre son democráticas, honradas, inmaculadas y transparentes por el mero hecho de ser repúblicas), aprovechando demagógicamente el caso del anterior Jefe de Estado, Don Juan Carlos, cuya mala salud reabre el debate sobre su regreso a España, que la mayoría de españoles desea, y que preocupa a su entorno cuando se cumple su 83 aniversario. Menos mal que, al menos, contra lo que dio a entender Sánchez hace unos días, el Gobierno español aleja de momento una ley sobre la Corona y opta por reformas concretas que mejoren la institución, aunque su socio gubernamental, el populista Podemos, sí defiende dicha ley…..y es que los socialistas temen que ello abra, como pretenden sus socios populistas, un...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

 

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