miércoles, 5 de febrero de 2020

ESPAÑA, DE TODOS Y PARA TODOS

                    Nuestro Jefe de Estado, el Rey Felipe, porque así lo decidieron democráticamente los españoles en la Constitución de 1978, manifiesta en un nuevo discurso (el enésimo), impecable desde el punto de vista democrático y en el Congreso de los Diputados con motivo de la apertura solemne de la XIV Legislatura, cosas tan sensatas y razonables como que “España no puede ser de unos contra otros” y hace un llamamiento a una “España de todos y para todos”, apelando a los partidos a recobrar la confianza de los ciudadanos en las instituciones y a alcanzar acuerdos, siendo ovacionado en el Hemiciclo por los parlamentarios durante cuatro minutos mientras que los aliados independentistas de Sánchez, que no asistieron al solemne acto en señal de protesta, le insultaban con un panfleto plagado de inexactitudes y mentiras, y, alardeando de su totalitarismo rancio, no le reconocían como Jefe de Estado. En definitiva, rechazaban las peticiones de Felipe de “lealtad”, sus reivindicaciones de “fortaleza” de las instituciones, y sus apelaciones de “concordia” y “generosidad” para afianzar esa “España de todos y para todos” los españoles. En efecto, lamentablemente, ERC, Bildu y BNG, claves, paradójicamente, para sostener al gobierno de coalición de Sánchez, plantan al Jefe de Estado y lo llaman “franquista”, despreciando la primera de las instituciones del Estado como es su Jefatura, y olvidando que, al margen de la ideología democrática que cada uno tenga, ya sea monárquica o republicana, las instituciones vigentes del Estado Democrático han de ser respetadas y, muy especialmente, por aquellos que al amparo de la Constitución desempeñan el alto honor de representar en las Cortes Generales a todos los españoles y a su soberanía, como es el caso. No se puede estar en el Congreso o el Senado sólo para cobrar los suculentos sueldos a final de mes y disfrutar de los privilegios derivados de su alto rango, después de haber jurado o prometido acatar la Constitución que, entre otras cosas, diseña la Jefatura de Estado que tenemos, lo que no está reñido con apostar por otra forma de Jefatura, como la República, por ejemplo, pero sí está y debiera estar reñido con el desacato a lo legalmente establecido mientras esté vigente. Quienes apuesten por otras opciones tienen todo el derecho a llevar en sus programas electorales la reivindicación republicana e intentar convencer a la mayoría del pueblo para convertirla en mayoritaria, pero, entretanto, tienen la obligación de acatar y respetar lo establecido en la Ley, empezando por la Jefatura de Estado, salvo que prefieran convertirse en meros delincuentes, como ya sucede a algunos de ellos. Debiera tomarse nota y muy en serio del precio a pagar por el..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

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