Se equivoca Miquel Iceta
al afirmar “o soy yo presidente o lo es un independentista”, pues, en términos
democráticos, el nuevo president de la Generalitat será, en todo caso, el que
decidan los catalanes el 21-D y, en caso de que opten por una mayoría de los
constitucionalistas, suficiente para formar gobierno, habrá que tenerse
presente, digo yo, qué partidos son los más votados a la hora de buscar
consensos de gobernabilidad en torno a ellos si no se quiere repetir el triste
espectáculo que se produjo tras las elecciones generales, que tuvieron que repetirse,
lo que, en el caso de Cataluña y tal como está el patio, sería de una
irresponsabilidad manifiesta de gran magnitud. ¿Por qué los partidos más
votados han de supeditarse a lo que decidan los perdedores y permitirles que
gobiernen? No vale pues en democracia esa previa amenaza de “o yo o el caos”.
Pero si Iceta se equivoca, igual sucede con Puigdemont, que viene a decirles a
sus coleguitas del independentismo que, gane él o no entre las candidaturas
independentistas, en caso de que el soberanismo triunfase, él deberá ser el
nuevo president, lo que ha levantado ampollas en ERC ya que, si como dicen las
encuestas, saca más votos que JxC, no piensa renunciar, como es lógico, a
presidir el nuevo Govern. Así pues, si de un lado Ciudadanos y PSC acentúan su
rivalidad en el fin de campaña electoral (Iceta califica a Rivera de “demócrata
de pacotilla” mientas Arrimadas pide el voto útil a los constitucionalistas
pues “nuestros votantes no nos perdonarían que no llegáramos a un acuerdo”), de
otro lado, sucede lo propio entre ERC y JxC (Junqueras entra en el cuerpo a
cuerpo con Puigdemont y lo tilda de cobarde, afirmando “fui a prisión porque no
me escondo y soy consecuente con mis actos”, en tanto que el ex president, que
se sigue considerando como president desde su fuga de la Justicia, rechaza
criticarlo porque “sigue siendo el vicepresidente”). Y mientras se publica que
los de Junqueras colocaron en su día “comisarios políticos” para vigilar a
Puigdemont, creando estructuras paralelas por si convocaba elecciones y, con
ello, evitaba la puesta en marcha del artículo 155. Lo cierto es que la
estrategia de ERC con Marta Rovira como cabeza de cartel, sustituyendo a
Junqueras, no está dando los resultados esperados y Puigdemont, a quien se daba
por muerto políticamente al inicio de campaña (incluso por sus compañeros de la
vieja CDC), va recortando distancias a Junqueras con su nuevo invento político
de JxC desde su fuga, al extremo de que puede ganarle la partida el próximo
21-D; y lo cierto también es que Iceta con su PSC sigue in crescendo
demoscópicamente hablando. Y en esta lucha electoral de todos contra todos,
enmarcados los partidos entre soberanistas y constitucionalistas, unos y otros
olvidan que, en el fondo, por más peculiares que sean estos comicios, sólo se
trata de unas elecciones territoriales, autonómicas, con el objetivo de elegir
un nuevo Parlament y un nuevo Govern en y para Cataluña, que, al margen del
signo que sea, habrá de gobernar con arreglo a.... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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