Los resultados
electorales de los comicios autonómicos catalanes, que alejan la posibilidad de
reconstruir un PDeCat moderado y centrista, auguran, si nadie lo remedia, una
prolongación de la inestabilidad social, política y económica en Cataluña, que
puede traer perversas consecuencias para la ciudadanía. Mientras Puigdemont,
fugado de la Justicia, pide un absurdo diálogo para instaurar su idílica
república, que nadie reconoce, el vencedor electoral, Ciudadanos, ante el más
que seguro boicot de los independentistas, renuncia a formar Gobierno, pese a
ser la primera fuerza política catalana, por lo que Arrimadas, consciente de
que la matemática parlamentaria no le favorece, anuncia que “a ver qué hacen
los secesionistas” y ERC, ante el irresponsable proceder de Puigdemont, no
renuncia a que pueda ser investido Junqueras. Entretanto el Supremo suma a la
causa por presunta rebelión, entre otros, a Artur Mas, Marta Rovira, Marta
Pascal y Anna Gabriel, la ex portavoz de las CUP en el Parlament, donde nada
menos que dieciocho de los setenta nuevos diputados separatistas, quedarían
imputados y con un incierto porvenir si, finalmente, los tribunales demuestran
sus más que probables graves delitos cometidos. En definitiva, una Cataluña
partida en dos y representada en un Parlament polarizado por el procés en el
que quedan relegadas las soluciones a los problemas reales de los catalanes y
las propuestas ideológicas de los diferentes partidos, especialmente de los
soberanistas, previéndose una reedición del “movimiento nacional” anterior en
el que cabe desde la extrema izquierda antisistema de las CUP hasta la rancia
derecha de la antigua Convergencia, pasando por la clásica Esquerra catalana y
por cualquiera que se sume para hacer piña común antiespañola y antidemocrática
que beneficie únicamente la ilegal declaración unilateral de independencia… Los
proyectos sociales y económicos de dichos partidos, ideológicamente opuestos,
pueden esperar pues lo prioritario y esencial es convertir Cataluña en un
Estado independiente por el mecanismo que sea. Y para ello un mesiánico y
visionario Puigdemont, tiene la desfachatez y la irresponsabilidad de proponer
al Presidente del Gobierno una reunión para negociar “sin condiciones” pero
fuera de España, a lo que Rajoy responde con sensatez que, como siempre, ofrece
diálogo pero dentro de la Ley y que hablará en todo caso y en su momento con
quien sea investido como President y, por supuesto, dentro del territorio
español, incluido el de Cataluña, advirtiendo a los golpistas: “no aceptaré que
nadie se salte la Constitución”, como es no sólo su derecho sino además su
obligación. “¿Qué hará Puigdemont?” es una de las claves para conocer el grado
de inestabilidad prolongada que amenaza a Cataluña y se convierte en la primera
incógnita a resolver, mientras hasta su propia madre lo tiene claro: “si viene
va a prisión”, en tanto que los partidos constitucionalistas coinciden en que
“el procés está en vía muerta” y “no tiene futuro” y en que el golpe contra
España no podrá repetirse; pero los dirigentes golpistas del secesionismo
unilateral.... (sigue leyendo en
Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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