Con un balance de
sesenta años de progreso, aunque con la última década en crisis, se celebra en
la Ciudad Eterna el aniversario del Tratado de Roma, compromiso fundacional de
lo que con el paso del tiempo se convertiría en la UE, el mayor acierto
histórico de Europa se mire como se mire, por más que, últimamente, el trato a
los refugiados, los recortes, los populismos y la resurrección de nacionalismos
trasnochados oscurezcan a veces el éxito de la Unión. No en vano los 27 mandatarios
europeos, junto a los de la propia UE, ha decidido celebrar este sesenta
aniversario precisamente en Roma y exactamente en la Capilla Sixtina, donde el
Papa Francisco ha llamado a Europa a combatir el populismo con solidaridad ante
los Jefes de Estado y de Gobierno comunitarios y ha pedido recuperar los
ideales fundacionales, advirtiendo de que “todo cuerpo que pierde su camino
corre el riesgo de morir” y reclamando “solidaridad” como “antídoto contra el
populismo”. Sabias palabras que, compartidas por los líderes europeos, se han
plasmado en un documento de refundación tras el Brexit, que Reino Unido, en
vías de abandono de la UE, no ha firmado; en definitiva, una declaración de
unidad, ya sin el Reino Unido, por parte de los 27 dirigentes de los países
miembros, para afrontar los desafíos nacionalistas que tanto daño causaron a
Europa, una Europa hecha mil pedazos y destrozada tras soportar dos guerras
mundiales que intentaba resurgir de las cenizas con la firma del Tratado de
Roma. Y precisamente, para no seguir tropezando en la misma piedra, los
mandatarios europeos, los 27, consagran ahora en Roma la Europa de varias
velocidades, asumiendo la UE un modelo de integración “a distintos ritmos y con
distinta intensidad” para desbloquear el proceso de construcción europea y, al
efecto, “renuevan sus votos” decididos a “actuar juntos y a distintas
velocidades” para evitar las piedras en el camino que inevitablemente aparecen
cuando se impone la rigidez temporal, cuantitativa y cualitativa en aquellos
países que, por diversas circunstancias, no pueden seguir el ritmo integrador
como sucede hoy en día, frustrando expectativas que, obviamente aprovechan los
populismos y nacionalismos eurófobos del signo que sean. Un claro intento de
seguir manteniendo el sueño europeo para evitar que al despertar se convierta
en pesadilla, en el que España pretende estar en el grupo de cabeza; Rajoy lo
deja.... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario