Mientras sólo una decena
de personas conocen los artículos del texto de la ley de ruptura de Cataluña
con España, pretendiendo marcar los pasos jurídicos de la independencia
catalana, y mientras la dirección del PDeCat se reúne ante la vinculación de
Mas con el famoso escándalo del 3%, preparando la antigua Convergencia una
operación para desbancarle, en tanto que el expresident, que se vio con
empresarios de las mordidas cuando pujaban por una obra de 65 millones, avisa
tajante de que “no me bajarán del tren”, mientras todo esto sucede, Artur Mas,
junto a sus exconsejeras Ortega y Rigau, es inhabilitado por desobedecer a la
Justicia. En efecto, así lo acaba de decidir el Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña, inhabilitando a Mas durante dos años para el ejercicio de cargos
electivos y condenándole a pagar una multa de 36.000 euros, a Ortega durante un
año y nueve meses y multa de 30.000 euros, y a Rigau durante un año y seis
meses y multa de 24.000 euros. Todo ello por el referéndum ilegal del 9-N. El
político independentista anuncia que recurrirá “al Supremo, al TC y a
Estrasburgo” y, en todo caso, no podrá ser candidato salvo que en Cataluña se
agote toda la legislatura, en tanto que el TSJC, que les absuelve del delito de
prevaricación, asegura que Mas “pervirtió los principios democráticos” y, por
su parte, su sucesor, Puigdemont, amenaza con que “lo que condena la Justicia
lo absolverá el pueblo con un referéndum”, mientras, de momento, el PDeCat
carece de un líder sólido para afrontar la próxima campaña. La condena, para
algunos, benévola, ha levantado una polémica pues Fiscalía solicitaba más años
de inhabilitación, aunque, en honor a la verdad, hay que decir que era por el
delito de desobediencia y de prevaricación, pero al ser absueltos de éste, lo
cierto es que a Mas se le ha impuesto la máxima pena que, por el delito de
desobediencia, contempla el Código Penal (dos años de inhabilitación) con lo
que el Tribunal deja claro la gravedad del asunto y lo deplorable es pues que
nuestra legislación sea tan benévola con delitos de desobediencia a los
tribunales de Justicia competentes por parte de cargos públicos y gobernantes,
evidenciando la frágil protección legal con que cuenta nuestra democracia, caso
insólito en otros países democráticos. Si el principal requisito de la
democracia es el acatamiento y respeto a la Legalidad democrática, la desobediencia
a las sentencias de los Tribunales competentes, que es por lo que... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario