domingo, 21 de enero de 2024

DEFENDER LA DEMOCRACIA

                         Mientras los letrados del Congreso cuestionan la ley de amnistía y, aunque su informe no sea vinculante, consideran que está fuera de la Constitución, objetan que no precise los beneficiarios de la misma y avisan de un previsible choque con el derecho europeo, Sánchez pide en el foro de Davos “ayuda para defender la democracia” y reclama a las multinacionales globales que le apoyen frente “a la ola reaccionaria que recorre el mundo”, les exige que suban los sueldos a los trabajadores y se ve con líderes del Ibex, ente ellos con Del Pino y Galán, mientras contrapone su discurso al del argentino Milei que dice en el Foro Económico que “Occidente está en peligro”, con lo que ambos en sus respectivos discursos vienen a coincidir en el diagnóstico de un declive u ocaso del modelo que se conoce como “sistema democrático liberal o democracias occidentales”, que, entre otros países, impera en Europa y viene evolucionando desde la Segunda Guerra Mundial frente a regímenes totalitarios o autoritarios. Y puede que Sánchez y Milei, desde sus respectivas tendencias populistas antagónicas, tengan cierta razón en el diagnóstico, pero ambos cometen el grave error de no entender que para consolidar el sistema democrático hay que acatar y hacer respetar escrupulosamente los principios básicos que inspiran dicho modelo de gobernanza sin olvidar jamás que el modelo de “democracias occidentales” consiste en ser una “democracia representativa” con elecciones libres y “pluralismo político” y con “separación de poderes”, sujeta siempre al “Estado de Derecho” (es decir al imperio de la ley emanado de la pertinente Constitución democrática en cada país) y con una “economía de mercado con propiedad privada” y la protección de los “derechos humanos” y las “libertades individuales y colectivas”. Es así de fácil de entender y basta saber que cuando se menoscaban o ningunean algunos de estos principios básicos del sistema se está deteriorando el conjunto de los mismos favoreciendo lógicamente su decadencia y su debilidad, a la que curiosamente se refieren tanto Milei como Sánchez. Lamentablemente ni el discurso neoliberal de Milei diciendo que “el socialismo condena a la pobreza”, lo cual es cierto en los populismos de izquierdas imperantes en muchos países extra-europeos, ni el discurso pseudo-progresista de Sánchez contaminado por radicales de izquierdas y de derechas filo-totalitarias, es la solución al declive de Occidente, que ambos dirigentes vaticinan, mientras en España ejecutivos del Ibex evitan airear sus profundas diferencias con el Gobierno de coalición sanchista, mientras su Vicepresidenta Díaz manifiesta que los empresarios ganan demasiado y hay que poner límite a sus beneficios lo que chirría al sistema y provoca una guerra empresarial con el Ejecutivo ante semejante “intervencionismo bananero" filocomunista totalmente contrario al sistema democrático, sin entender que el Ejecutivo tiene todo el derecho a imponer, vía impuestos, a quienes más ganen lo que considere razonable por razones de solidaridad y a su vez los empresarios tienen toda la libertad de invertir o no donde consideren oportuno y ganar cuanto más mejor, pero que el Gobierno carece de la capacidad de poner límites a la riqueza, sí a gravarla fiscalmente, salvo que pretenda, como sucede en las “repúblicas bananeras” con regímenes autoritarios filo-comunistas, repartir al final la pobreza entre la ciudadanía. Pero además, si en el terreno económico la pretensión intervencionista de Yolanda Díaz deteriora la democracia, en el terreno político-institucional otra de las ministras de Sánchez, en este caso la socialista Ribera, atenta contra la separación de poderes al cargar contra el juez García-Castellón porque investiga al prófugo Puigdemont, socio del Presidente, al ser instructor del “caso Tsunami” por presunto delito de terrorismo, que provocaría que el fugado quedase fuera de la amnistía, cuando el objetivo principal de la presunta medida inconstitucional es precisamente blanquear las fechorías del totalitario ex president de la Generalitat a cambio de sus siete votos en el Congreso para que Sánchez siga gobernando. Evidentemente la democracia está en riesgo, como dicen Sánchez y Milei, pero el riesgo mayor lo aportan sus respectivos populismos filo-autoritarios, antagónicos ideológicamente pero similares en su objetivo final.

            En efecto, Teresa Ribera carga contra el juez García-Castellón por investigar a Puigdemont acusándole de tener una “implicación política” en “momentos sensibles” (¡pero quien es ella para cometer semejante osadía autoritaria!, ¿acaso es ella quien ha de decir el cómo, cuándo y dónde ha de realizar el juez su trabajo?). Evidentemente la Vicepresidenta consigue la reprobación unánime del Poder Judicial que le advierte de que sus insólitos ataques al juez “son contrarios a la lealtad institucional” y a la división de poderes del Estado, mientras el resto del Gobierno y sus variopintos socios se alinean con ella en tan antidemocrático choque del Poder Ejecutivo con el Poder Judicial, y mientras el Poder Legislativo sigue a lo suyo en su empeño de..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/).

 

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