jueves, 26 de octubre de 2023

PACTO SÁNCHEZ-DÍAZ

                         Como era de esperar y todo el mundo sabía, el Presidente socialista y la Vicepresidenta comunista, para presionar al resto de socios ya que se agotan los plazos para la investidura, firman un pacto con el objetivo de reeditar la coalición gubernamental si, como también se espera, los secesionistas se prestan a apoyar el proyecto pluriideológico a cambio de que la coalición PSOE-Sumar acepte sus chantajes en este mercadeo de intereses personales y no del interés general que es lo que debiera inspirar cualquier proyecto gubernamental democrático. Y titulo este artículo como “pacto Sánchez-Díaz” y no como “pacto PSOE-Sumar” ya que las discrepancias al mismo son evidentes tanto en las filas socialistas, con críticas internas importantes, como en las populistas, con críticas severas de uno de los partidos, Podemos, a lo pactado por su jefa con el líder socialista. Pero, en todo caso, el acuerdo ya se ha firmado y, si la derecha secesionista de Junts lo considera oportuno a cambio de cesiones intolerables, estamos encaminados a reeditar un Gobierno de coalición semejante, o peor aún, que el que ahora está en funciones suscrito en su día entre Sánchez e Iglesias, es decir, entre PSOE y Podemos, que tantos bochornosos espectáculos nos ha brindado a lo largo de la Legislatura, con discrepancias internas insalvables e intolerables, al extremo de que a veces el Ejecutivo se posicionaba en una cosa y en su contraria a la vez. Pero, en fin, según Sánchez y Yolanda, es lo que han dicho los españoles en las urnas; yo creo que eso no lo hemos dicho. El programa pactado, que para nada cita la amnistía (palabra maldita), incluye, entre otras cosas, bajar la jornada laboral a 37´5 horas semanales con igual salario, más medidas ecológicas, limitar los vuelos cortos, encarecer el despido de espaldas a los agentes sociales, subir en 10.000 millones el Impuesto de Sociedades, prolongar los tributos a la Banca y a las energéticas, una reforma fiscal para elevar los impuestos…..en definitiva, disparar la ya elevada presión fiscal y trabajar menos, lo que obviamente aboca a que serán las empresas (en España medianas, pequeñas y autónomos en su inmensa mayoría) quienes pagarán la investidura de Sánchez….y no pasa nada, pues si, económicamente, todo ello fuera viable, adelante, pero me temo que su viabilidad recaiga en seguir endeudándonos más ya que nada dice, ni una palabra, sobre la mejora de la productividad o el necesario cambio de una estructura económica que en España hace aguas por todas partes, situándonos a la cola de la UE en muchos asuntos. En definitiva, un pactado programa de gobierno para presionar a los demás socios para que se sumen al mismo, pero que, ya de entrada, suscita reservas de Podemos, dentro de Sumar, cuyos portavoces rechazan las advertencias que hacen los podemitas, mientras los secesionistas, imprescindibles para que salga el proyecto adelante, avisan de que su voto no es seguro, por más que todos, incluidos Sánchez y Díaz, sepamos que todo es postureo como el que ellos dos han mantenido hasta la firma de este acuerdo, ya que ninguno de los que participan de este macro circo político puede echar marcha atrás por meros intereses personales y de grupo, lo que pone en evidencia que al final, más pronto que tarde, reeditarán el anterior “gobierno Frankenstein”, hoy en funciones, pero con ingredientes más lesivos aún para la ciudadanía española y para la higiene democrática. Un postureo que incluye una supuesta consulta a las bases del PSOE sobre la coalición, que elude la amnistía (como si no formara parte esencial de la negociación), y que ya ha escenificado Puigdemont en su patético Consell de la República, cuyas bases con una participación del 4% (¡del 4%!, es decir, cuatro gatos) le piden que no apoye a Sánchez y que bloquee la investidura, siendo la primera vez que el prófugo conoce la opinión de sus bases (ya ven que bases) tras el 23-J, mientras él sigue exigiendo la “nación catalana” en un acuerdo paralelo a la amnistía, para llevar al PSOE al límite de la negociación de la investidura y que acepte una fórmula que permita superar el filtro de un Constitucional politizado en que las decisiones ya se sustentan cada vez más en criterios políticos estrictamente, con mayorías ideológicas entre sus miembros, que en criterios jurídicos estrictos, como debiera ser.

            La cruda y patética realidad es que un prófugo, Puigdemont, tiene en jaque al Estado de Derecho porque Sánchez, sea como sea y a costa de lo que sea, quiere seguir siendo presidente del Gobierno tras haber perdido las elecciones, y al efecto Turrull, Nogueras y Boye negocian cara a cara con los socialistas para sellar un pacto en pocos días (se acaba el tiempo), mientras Junts, su partido, da ya por conseguida la amnistía y reclama que los violentos CDR y los policías también sean amnistiados, dejando fuera a Borras. Pero además Puigdemont exige que el Estado, a sus pies, les devuelva siete millones de euros (la pela es la pela) pues Junts reclama también al PSOE el pago inmediato de las fianzas del procés a cambio de su voto, cada vez más caro, hasta que llegue la hora de la verdad y...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/). 

  

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