lunes, 16 de noviembre de 2020

UN NUEVO RÉGIMEN PARA ESPAÑA

                             Sánchez supera el primer trámite parlamentario de los Presupuestos con minoría holgada pero inestable gracias a los separatistas de ERC y a los abertzales de Bildu, lo que ha desatado un descontento generalizado no ya sólo en las filas de la oposición sino también en las del propio PSOE, pues el objetivo de encarar tres semanas clave para blindar la legislatura (y la permanencia de Sánchez en el poder) no puede ser, por licito que sea, a cualquier precio como es pactar con partidos que quieren destruir España y su actual régimen democrático y que incluso se permiten hacer gala de esta intención. La legítima ambición de Sánchez por permanecer en el poder no puede ser a costa de la ruina del futuro de España y, menos aún, justificarlo porque, según él, los partidos democráticos de la oposición le abocan a ello al no prestarle su apoyo parlamentario, pues en democracia cualquier Gobierno, antes de caer en la ignominia, siempre tiene la capacidad de convocar elecciones para que sea el pueblo quien decida qué hacer cuando los representantes elegidos no dan la talla y son incapaces de llegar a acuerdos democráticos razonados y razonables, que, en ningún caso, debieran avalar objetivos atentatorios contra el futuro de nuestra convivencia en paz y libertad. No en vano Arrimadas, en situación complicada, deja en evidencia al Presidente, ausente en el Parlamento durante el debate de las enmiendas, y, resistiendo presiones internas y externas, le tiende la mano rechazando las enmiendas para que las cuentas sigan adelante y no las pacte con ERC y Bildu, aunque le advierte de que “si lo hacen jamás podrán volver a decir que no tenía otra alternativa”. Ya no hay excusa, pero Sánchez lo tiene ya claro y decidido a pesar de que el pacto con tan peligrosos compañeros de viaje haya provocado reacciones en contra incluso por parte de algunos de los barones socialistas que no dan crédito a semejante despropósito, como es el caso, entre otros, de Vara o de Page, quien manifiesta que “lo de Bildu no tiene pase”, por lo que Ferraz, indecentemente, les acusa de trabajar para el PP, sencillamente porque alzan su voz contra los socios impresentables que Sánchez ha elegido, a los que ensalza el número dos del PSOE sanchista, Ábalos, manifestando que “Bildu ha tenido más sentido de la responsabilidad que el PP en los Presupuestos”. En definitiva, ignominiosamente, Bildu es catapultado por el Gobierno a la categoría de partido de Estado, incluso por encima del PP, sencillamente porque se presta interesadamente a sostener a Sánchez en el poder que es la estrategia primordial de Moncloa en estos momentos. En efecto, el Gobierno de coalición lo tiene claro pues desde el PSOE sanchista “la clave es salvar los Presupuestos, los barones no están a la altura” y desde Podemos “hay que quitar el estigma a Bildu y habrá diez años de gobiernos de izquierdas” pues estar en el poder el máximo tiempo posible no es sólo el objetivo prioritario del gobierno sino que es el único objetivo, al que hay que someter cualquier otra consideración. Todo el que no apoye el pensamiento único de Sánchez, cada vez más influenciado por Iglesias, se convierte en un fascista retrógrado, enemigo de la democracia y la libertad, aunque sean barones actuales del socialismo o socialistas de toda la vida que dirigieron el partido desde la Transición, cuando el partido era el PSOE, cuando, incluso, algunos dieron hasta su vida por consolidar un régimen democrático de libertades en España como el que tenemos al que se oponía el totalitarismo de ETA, cuyos herederos, desde Bildu, se convierten, ya ven, en demócratas de toda la vida sin condenar siquiera la tragedia y el dolor que sus ancestros trajeron a nuestro país, y cuando, incluso ahora, mientras Sánchez pacta con ellos no tienen reparos en manifestar que “vamos a Madrid a tumbar definitivamente el régimen” tal como manifiesta Arkaitz, el nuevo Otegi y diputado de Bildu en el Parlamento Vasco, que pasó ocho años en la cárcel por pertenecer a ETA, mientras el partido del viejo Otegi, el de siempre, presume de “la victoria de Euskal Herría” y mientras Prisiones traslada a Txapote, asesino de Miguel Ángel Blanco, a un módulo de presos comunes, y el Ministerio de Interior sigue acercando presos etarras al País Vasco, entre ellos a Azurmendi, quien brindó con sidra tras asesinar a tiros al matrimonio Jiménez-Becerril, sin haber pedido jamás perdón por semejantes atrocidades. Es el patético rastro de..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/).

 

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