Convendrán conmigo que
el asunto de la inmigración es un problema de todos y, por tanto, entre todos
hemos de intentar solucionarlo, lo que, de entrada, además de grandes dosis de
sentido común (a veces el menos común de los sentidos), requiere grandes dosis
de solidaridad y humanidad, pues precisamente los inmigrantes son las víctimas
esenciales del problema ya que, como ellos, cualquiera de nosotros se vería
obligado a buscarse la vida en otro país si en el nuestro no tuviera las
condiciones básicas para sobrevivir con un mínimo de dignidad. Por tanto el
peor de los remedios es utilizar el problema migratorio como arma política
arrojadiza de unos contra otros, mientras la casa sigue sin barrer y, con altas
dosis de demagogia, se favorecen perniciosos sentimientos de xenofobia
culpabilizando a los inmigrantes de todos los males habidos y por haber, cuando
ellos no son los culpables sino las principales víctimas de tan lamentable
situación. En definitiva, un problema global de todos que excede el ámbito de
las CCAA, de los Estados e, incluso, hasta de la propia UE (en otros lugares
fronterizos con el subdesarrollo, también existe el conflicto con mayor o menor
virulencia), aunque en Europa la UE sea la principal responsable de intentar
poner remedio al conflicto o, al menos, suavizarlo. Por tanto, ciñéndonos a
Europa, la UE es la que debiera ser la principal interesada en resolver el
problema, que afecta, en mayor o menor medida, a todos sus países miembros,
aunque obviamente quienes lo sufren con mayor intensidad sean los que conforman
el flanco sur, fronterizo con África, y, entre ellos, obviamente España, cuyo
gobierno, para empezar, debería exigir a las instituciones de la UE medios
económicos suficientes, entre otras cosas, para albergar con cierta dignidad a
los inmigrantes llegados a territorio europeo (sea español, italiano, griego o
de cualquier otro país receptor), reclamar una legislación europea solidaria al
respecto (en asuntos, por ejemplo, de reparto territorial de los migrantes
llegados etc etc) y promover una política exterior europea común para paliar en
origen las dificultades que tienen muchos países para contener el éxodo hacia
Europa; y además acometer una feroz lucha sin piedad contra las mafias que
trafican con seres humanos. Sin embargo esto, que sería el camino acertado para
empezar a enderezar la situación, no es así, pues, al final, el marrón (por
hablar en términos coloquiales) se lo come cada país fronterizo como puede y
los gobiernos de cada uno de los del sur de la UE al final se limitan a
parchear el asunto a duras penas y a reproducir en sus respectivos territorios
los mismos esquemas de la Unión, haciendo insoportable la situación en aquellas
regiones más próximas y accesibles al flujo migratorio irregular. Así las
cosas, ciñéndonos a España, el problema de la inmigración irregular se
convierte en un problemón morrocotudo, agravado por específicas circunstancias
como la existencia de territorios españoles, pero geográficamente africanos
(Canarias, Ceuta y Melilla) que forman parte del Estado Español, o como el
flujo migratorio añadido de los países hermanos de Latinoamérica…. a lo que
cabe añadir además nuestra estructura territorial en CCAA con competencias
difusamente compartidas con el Estado en muchos asuntos, lo que complica a
veces la solución de los problemas y favorece de alguna forma el escaqueo de
responsabilidades sobre determinadas situaciones y la tentación de convertir
los problemas en electorales armas políticas arrojadizas, relegando a un
segundo plano la solución de los mismos.
Así las cosas, la Comunidad Canaria
ya no puede soportar más el flujo migratorio y con toda razón reclama
solidaridad al Estado Español, del que forma parte, para que, al menos, los
inmigrantes menores llegados a su territorio sean distribuidos por el resto de
las CCAA y entre todos les garanticemos una estancia digna con una atención
sanitaria y educativa adecuada, así como una vivienda en condiciones donde,
tutelados adecuadamente, puedan tener un futuro y ganarse la vida con su
trabajo como cualquier otro ciudadano, pues hablamos de menores, que, en todo
caso, son los menos culpables de nada. Pues bien, semejante situación, que
debiera ser abordada simplemente por mero sentido común, provoca una
esperpéntica crisis política plagada de demagogia de unos u otros, porque el
Gobierno pretende hacer obligatoria la distribución de menores por todas las
CCAA, que ahora es voluntaria, y, al efecto, propone modificar la actual Ley de
Extranjería, para lo que necesita el apoyo parlamentario del PP en el Congreso,
dándose la circunstancia de que el PSOE de Sánchez, que exige al PP la lógica colaboración
mientras le tacha de xenófobo, nada exige a sus socios secesionistas catalanes,
quienes se oponen a la obligatoriedad de que Cataluña acoja inmigrantes
menores, lo que pone en evidencia el alto grado de utilización de tan grave
asunto como arma política arrojadiza. El caso es que, como preludio de lo que
vaya a suceder con la reforma de la Ley de Extranjería al respecto, las CCAA,
menos Cataluña que se abstiene, pactan de momento en Canarias un reparto mínimo
de 347 menores, cuando sólo allí ya hay miles, y, como el PP de Feijóo acepta
la acogida en las CCAA que cogobierna con Vox, Abascal rompe dichos gobiernos
autonómicos de coalición, que, en total, deberían acoger por el reparto poco
más de cien migrantes, y monta con ello
un revuelo político de primera magnitud. En efecto, Vox dinamita los pactos
gubernamentales con el PP en Comunidad Valenciana, Extremadura, Castilla y
León, Murcia y Aragón, mientras los barones populares activan planes para gobernar
en minoría sin Vox y todas las CCAA, excepto Cataluña, gobernada por los socios
de Sánchez, apoyan este mínimo reparto de menores en España (menos de 400),
hasta ver qué pasa con la reforma de la Ley de Extranjería para que en el futuro
el reparto sea obligatorio. El PP acepta este reparto coyuntural de menores y
exige al Gobierno que declare la crisis migratoria, pide más fondos ante el
colapso de las oficinas de asilo y el compromiso de contribuir más allá del
primer año de acogida, mientras Moncloa quiere asegurar dicho reparto sin
asegurar los recursos necesarios, y mientras Vox acusa al PP de “romper los
pactos de Gobierno” por tragar con las condiciones de Sánchez. El gran lío está
montado…..y la casa sin barrer.
Obviamente, las reacciones no se han
hecho esperar. Mañueco en Castilla y León se planta ante su socio y dice “no
voy a perder mis principios” y acogerá a los menores que le correspondan porque
“no hay nada más patriota que la solidaridad entre CCAA” y porque “el Gobierno
de España juega una vez más a distraer y no cumplir con sus responsabilidades”;
el valenciano Mazón se adelanta a las dimisiones y destituye a los altos cargos
de Vox, pues “la España de Sánchez pasará y tenemos que estar a la altura”,
dejando claro que “decir que hay colapso en los centros de acogida y reclamar
recursos no es xenófobo”, que “pagamos 200 euros al día por cada menor migrante
y el Gobierno sólo nos da 150” y añade “no temo por la estabilidad del Gobierno
de la Comunidad Valenciana”; el murciano López Miras estudia los “escenarios
posibles”; la extremeña Guardiola se muestra “tranquila” ante la ruptura con
Vox; y el aragonés Azcón reestructura su gobierno sin adelanto electoral. En
definitiva, todos los barones del PP hasta ven con cierto alivio esta ruptura
de Abascal que exonera a los populares del mantra de que son extrema derecha
como Vox, aunque ahora desde el Gobierno español y sus socios, le reprochan que
haya sido Vox quien rompa con ellos y no al revés, mientras en Cataluña el PSOE
no rompe con Junts y nada le reprocha sobre inmigración, ya que Sánchez, como
viene haciendo, siempre cede a las minoritarias exigencias de sus socios
secesionistas, incluso si son inconstitucionales. Ya ven, este es el panorama
en que los populares consideran que, al menos ellos, no han tragado con la
propuesta migratoria de su minoritario socio, por lo que Abascal impone a Vox
dejar los gobiernos autonómicos para pasar a la agitación política y, después
de tres horas de intenso debate interno rompe la “fórmula de gobierno
alternativa” al PSOE y acusa a Feijóo de sostener la corrupción de Sánchez y de
imponer políticas de fronteras abiertas, manifestando que “si quiere estafar a
sus electores, allá él” mientras los barones le amenazan con que “si nos tumba
los presupuestos vamos a elecciones”…. se consolida así un cierto malestar
entre los cargos de Vox que con la ruptura se quedan fuera de los mismos, mientras
los populares les ofrecen seguir ya que “muchos quieren quedarse” (y alguno así
lo hace). Entretanto nadie se cree que la ruptura de Abascal con el PP sólo obedezca a no acoger a unos cien
migrantes menores que tocaban en las CCAA cogobernadas, apuntando más bien a su
necesidad de reafirmación ideológica, tras la aparición de “Se acabó la Fiesta”
a la derecha de su ultraderecha, que va ganando adeptos.
Por su parte desde el Gobierno de
Sánchez, el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, dice que “es
asombroso que la derecha se fracture por la respuesta a niños y niñas”,
mientras Feijóo exige a Abascal que “no entorpezca la gobernabilidad en las
CCAA” donde ha salido del Ejecutivo y mientras la dirección de Vox es
cuestionada internamente por primera vez ante las decisiones de Abascal, que
tanto en España como en Europa ha decidido apostar por un mayor extremismo
ideológico todavía, lo que no pocos dirigentes del partido, ante la decisión
tomada, consideran que “es un disparate y un tiro en el pie”. Los populares
entretanto descartan adelantar elecciones en las CCAA afectadas pese a quedarse
en minoría, como hace Sánchez en España, y Feijóo deja bien claro que “nadie me
impone chantajes”, mientras reta al Presidente del Gobierno a romper con ERC y
Junts por rechazar la acogida de menores. Por cierto, hablando de ERC y Junts,
la líder republicana Marta Rovira, prófuga de la Justicia desde hace siete
años, regresa a Cataluña tras el archivo del “caso Tsunami”, adelantándose a
Puigdemont, quien todavía tiene asuntos pendientes a pesar del esfuerzo de
Sánchez por blanquearlo, y, nada más pisar territorio español y en plenas
negociaciones de ERC con el PSC para investir a Illa, la prófuga republicana
deja bien claro a lo que viene, diciendo que es “para acabar el trabajo”
iniciado cuando se fugó, y llama a la unidad del secesionismo para conseguir la
independencia de Cataluña con un rotundo “vamos a acabar lo que empezamos”, es
decir, el ilegal procés que la democracia atajó entonces y que hoy, por mero
tacticismo político oportunista de Sánchez, sigue más fuerte que nunca para
mayor escarnio de los demócratas españoles, incluidos los catalanes, pues a la
vista está, por más que se nos quiera hacer ver lo contrario.
Y así las cosas, cinco jueces del TC,
que apuestan por rebajar los ERE, están bajo la sospecha de incompatibilidad,
empezando por la ponente de las exoneraciones de altos cargos del PSOE ya que
participó en 22 sentencias sobre el caso y fue premiada por gobiernos
socialistas, lo que deja en evidencia la presunción de ciertas dosis de
parcialidad justo cuando se dan sin precedentes anulaciones de sentencias del
Tribunal Supremo por parte de este TC de Pumpido (otro que tal baila), mientras
el propio TS se dispone a llevarle la amnistía por romper la igualdad y, al
respecto, ya inicia los trámites para presentarle una cuestión sobre la
constitucionalidad de la ley, que es el principal cometido del TC y no el de
anular sentencias del Supremo. Sin embargo Moncloa no escarmienta a la hora de “colocar”
afines destacados al frente de las instituciones y ahora se empeña en que el
ministro Escrivá sea el Gobernador del Banco de España, propiciando con ello el
bloqueo de la negociación ya que amenaza la autonomía de la institución.
Por lo que respecta a otros asuntos
citar que la Casa del Rey pasa el examen del Tribunal de Cuentas mientras la
princesa Leonor supera con éxito su primer viaje oficial, en este caso a
Portugal; y que se conoce que los diputados de Podemos fueron espiados por
Interior en época de Rajoy, un asunto de inmensa gravedad que no cabe en
democracia siendo intolerable un rastreo masivo sin aval judicial ni la
existencia de una “policía patriótica” al servicio del Gobierno, lo que causa
un grave deterioro a la higiene democrática, ya que en democracia todas las
instituciones han de estar siempre al servicio del Estado, y por tanto de todos
los ciudadanos, y no al del Gobierno de turno.
Fdo. Jorge Cremades Sena
No hay comentarios:
Publicar un comentario