lunes, 28 de septiembre de 2020

ASÍ NO PODEMOS SEGUIR

                         Es obvio que para que funcione una Sociedad en libertad y un Estado democrático de Derecho se requiere el respeto profundo y la defensa de la legalidad democrática vigente, especialmente por parte de las diferentes instituciones del Estado, así como sus procedimientos y normas de funcionamiento establecidos. En caso contrario, como viene sucediendo últimamente en España, no estaríamos hablando de Democracia ni de Estado Democrático de Derecho sino de otra cosa muy distinta y peligrosa para la convivencia de progreso en paz y en libertad. Y, obviamente, así no podemos seguir durante mucho más tiempo salvo que queramos tirar por la borda todos los logros, que no son pocos, conseguidos durante este periodo democrático que llevamos disfrutando desde hace más de cuarenta años, obviamente con sus luces y sus sombras. O los españoles entendemos muy mayoritariamente estos básicos principios democráticos y lo corregimos en las urnas o estamos abocados, una vez más en la Historia, al enfrentamiento ciudadano, al revanchismo y a la intolerancia más absoluta que sólo aporta miseria, violencia y ausencia de libertades. El último de los episodios, el veto a la Jefatura del Estado por parte del Gobierno a que presida la entrega de despachos a los nuevos jueces en Barcelona, como se viene haciendo tradicionalmente todos los años, es el paradigma de lo que no se debe ni puede hacerse en democracia, pues atenta directamente contra la normalidad del funcionamiento de las instituciones. La ausencia de razones por parte del Ejecutivo sobre los motivos de tan insólito veto, atenta directamente contra la transparencia debida a los ciudadanos que tienen todo el derecho de conocer las causas de semejante desencuentro del Ejecutivo con la Jefatura del Estado. Las acusaciones públicas del Vicepresidente del Gobierno, Iglesias, y su partido, UPodemos, cogobernante con el PSOE, contra Felipe VI por haber manifestado al Presidente del Poder Judicial que estaba dispuesto a asistir al acto, como todos los años, atenta directamente y de forma torticera contra la Primera institución y autoridad, la Jefatura del Estado, que, guste o no, merece la protección y no el vapuleo permanente por parte del resto de instituciones, máxime cuando sus competencias, establecidas constitucionalmente, son esencialmente de carácter representativo, que no ejecutivo, y de nexo común de la unidad de España dentro de su pluralidad. Y el silencio cómplice por parte del Presidente del Gobierno ante hechos tan graves, que él mismo ha provocado, sin llamar al orden (como en otros tantos casos) a su Vicepresidente ni a sus ministros comunistas, como Garzón, por salir en tromba contra la Jefatura del Estado acusando públicamente al Rey de falta de “neutralidad política” y diciendo que su situación es “insostenible”, consintiendo por tanto tan aberrantes formas de actuar, atenta directamente contra la autoridad debida de la Presidencia del Gobierno (el Presidente está dotado de la potestad para poner orden en su Ejecutivo y evitar que sea un gallinero), contra la uniformidad de criterios del Ejecutivo (no puede haber dos gobiernos en uno o, peor aún, un Gobierno cuyo presidente está secuestrado por una parte de sus ministros) y contra el prestigio de España, interno y exterior, dando la imagen de que la gobernabilidad en nuestro país se asemeja más bien al Ejército de Pancho Villa que a un Gobierno serio, coherente, moderado y transparente al uso de los instituidos en los diversos países que conforman la UE, en los que semejantes espectáculos jamás se dan. Así no podemos seguir, está claro; salvo que..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/)

 

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