lunes, 1 de noviembre de 2021

TIEMPOS DIFÍCILES

                         La realidad es tozuda y se impone, al extremo de que es obvio que, no sólo ya a nivel de España o de la UE sino a nivel mundial, la crisis global es un hecho que deben tener presente en la toma de decisiones tanto los diversos gobiernos nacionales como los organismos internacionales, pues no es tiempo de despilfarros, ni demagogias electoralistas, sino de sacrificios y ajustes no siempre del gusto de la ciudadanía. En efecto, en plena pandemia del covid, de la que apenas estamos saliendo en el llamado mundo desarrollado y que sigue azotando a los países en vías de desarrollo, la crisis global en varios sectores de la cadena productiva amenaza, sin duda, con un problema global de abastecimiento, pues la escasez de materias primas, el déficit de componentes esenciales, el alto coste de la energía y el atasco en la distribución marítima y terrestre frenan sin lugar a dudas la recuperación económica tras la grave crisis mundial provocada por el covid. En estas circunstancias, mientras Biden quita aranceles a la UE e insta a proteger la cadena de suministros, se celebra en Roma la reunión del G-20, para, entre otros asuntos, impulsar el histórico impuesto global para las grandes empresas y negociar avances sobre la crisis climática, fenómeno que cada vez preocupa más a los diversos pueblos del Planeta; en España, por ejemplo, según sondeo de 40dB, el 89% de ciudadanos ve urgente actuar y crece la preocupación por los fenómenos extremos, el 63% respalda que se ponga fin a los vehículos de combustión en 2035, y un 60% estaría dispuesto a comprar un coche eléctrico, aunque un 53% lo ve demasiado caro. Una reunión del G-20 en la que, al margen de anécdotas (como la de Biden, recibido en la víspera por el Papa en El Vaticano, halagando a Francisco diciéndole “eres el mayor luchador por la  paz que he conocido” y calificándole como “guerrero por la paz” y éste mostrando su sintonía con el católico presidente de EEUU manifestándole “debes poder seguir comulgando”; o como la de Pedro Sánchez consiguiendo otros anhelados 30 segundos con Biden en charla improvisada), los líderes mundiales ratifican por fin un impuesto global mínimo del 15% a las multinacionales y prevén implantar en 2023 una fiscalidad a los gigantes digitales, pero siguen discrepando sobre la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera, aunque prometen esfuerzos para frenar el calentamiento global sin concretar cómo hacerlo y acuerdan dejar de financiar instalaciones de carbón en terceros países, mientras convencen a India y China para limitar el calentamiento a 1´5º, marcando el camino a la Cumbre del Clima de Glasgow, aunque, como ven, de momento sólo se comprometen a frenar el carbón. Algo es algo; menos mal. En fin, una reunión del G-20 en la que Sánchez afirma que España donará 50 millones de vacunas contra la covid, mientras Calviño pone patas arriba la reforma laboral de Yolanda Díaz y se salta el liderazgo que el Presidente otorgó a Trabajo al marcar cuatro puntos clave: simplificar contratos, negociación colectiva, mecanismos de flexibilidad y las subcontratas. Tiempos difíciles pues para todos y, por supuesto, también para España, ya que la economía española crece a un ritmo menor del previsto por el Ejecutivo, en tanto que el descontrol de los precios se come 9.000 millones del ahorro familiar, mermando sustancialmente el poder adquisitivo……un disparatado incremento del IPC que lamentablemente eclipsa la buena noticia de la..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/). 

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