jueves, 4 de noviembre de 2021

LA CONTRARREFORMA LABORAL

                     Evidente era que la rigidez de la ley laboral en tiempos del Gobierno de Zapatero conducía inevitablemente a una sangría del empleo alarmante, lo que requería, tras el relevo de Zapatero por Rajoy, de una reforma laboral urgente que paliara de alguna forma la alarmante caída del empleo en España. Y la reforma se hizo, dando lugar a la actual normativa sobre el empleo, con la que se crearon de nuevo puestos de trabajo y que ahora el Gobierno de coalición social-comunista de Sánchez quiere derogar, para llevar a cabo una contrarreforma de imprevisibles consecuencias, que ni quieren los empresarios, ni la oposición política, ni la propia UE. El argumento principal para derogar la actual normativa laboral, que sigue propiciando la creación de empleo, es que éste es temporal y precario, cuestión endémica en España debido a su estructura económica basada en amplios sectores productivos de necesaria temporalidad y en la existencia mayoritaria de pequeñas y medianas empresas y autónomos, que requieren mayor flexibilidad a la hora de contratar trabajadores para poder subsistir. Que se puede mejorar la actual normativa, sin lugar a dudas (todo es mejorable), pero derogarla cuando sigue generando empleo por una mera promesa electoral mientras se incumplen tantas otras, es un riesgo innecesario, que, en todo caso, no debiera ser impuesto por el deseo radical de una parte del Ejecutivo de llevarla a cabo, sino, en todo caso, pactada con los agentes sociales y, ¡porqué, no!, con la oposición ya que se trata de uno de esos asuntos que trascienden el ámbito programático partidista de unos u otros, pues con ello los españoles nos jugamos nuestras habichuelas y muchos currantes saben que siempre será mejor trabajar, aunque sea temporalmente y a media jornada, que irse directamente al paro. Por eso, nada peor que la pugna por imponer su criterio entre el sector socialista del Gobierno, representado por la ministra Calviño, y el sector comunista del mismo, representado por Díaz, que, marcado por su ideología totalitaria radical contempla un modelo distinto de hacer las cosas, imponiéndolas desde el Ejecutivo, que es el que manda, al margen de su viabilidad o conveniencia económica, por más que sus decisiones, poco democráticas, muy ideologizadas y muy autoritarias, lleven a sus pueblos a la ruina social, política y económica, tal como se puede constatar en países donde el populismo comunista se ha afianzado en el poder (se podrían poner cantidad de ejemplos que  todos tenemos in mente) y tiene vocación de quedarse como sea para siempre. Esta es la pugna entre Calviño y Díaz (retoques para mejorar la normativa vigente o derogación para sustituirla de forma radical) en plena indecisión y contradicción de Sánchez que, en su día, cometió el error de pactar con Iglesias la derogación de la normativa conservadora (asunto que hoy le reclama Yolanda Díaz) para conseguir el poder y que hoy no puede materializar, salvo eufemismos de cara al electorado, salvo que quiera pasar por encima, como pretende Díaz y el sector podemita, de los empresarios, imponiéndoles una derogación que no desean (y son ellos quienes generan empleo) y de la propia UE, que no lo ve aceptable (y es la que puede o no abrir el grifo de los fondos europeos que tanto desea Sánchez). El asunto pues de la contrarreforma laboral, está encima de...... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista, http://jorgecremades.blogspot.com.es/). 

 

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