Ahora ya sabemos qué
tiene que pasar para que el tribunal alemán entregue a España a Puigdemont para
que La Justicia Española le juzgue por rebelión, pues acaba de denegar su
entrega y, por tanto, desacata la euroorden (que ya ven, no vale para nada),
alegando que “no hubo guerra civil en las calles”, con lo que sólo está
dispuesto a entregarlo para que se le juzgue por malversación. Evidentemente, y
menos mal, los españoles no nos hemos dedicado todavía a tirotearnos unos a
otros como en 1936; pero, evidentemente también, un gobernante territorial,
como es el caso, que se rebela contra el Estado, desacata las decisiones de los
tribunales de justicia y actúa al margen de la Constitución y de las competencias
institucionales que ésta le confiere, no anda muy lejos de la rebelión y, desde
luego, no puede saldar sus fechorías sólo con ser juzgado por malversación como
cualquier otro “chorizo” del tres al cuarto que lamentablemente pululan en
demasía en nuestro país. Ahora, ante este insólito varapalo de un simple
tribunal alemán, el Supremo, perdida la batalla para juzgar al totalitario ex
president catalán por rebelión, se debate entre renunciar a la entrega sólo por
malversación (un claro insulto a los ciudadanos españoles, incluidos los
catalanes), llevar el caso ante la Justicia de la UE (la euroorden debiera ser
en sí misma parte de la justicia europea entre los socios y cumplirse “ipso
facto”) o retirar la polémica euroorden, que, a la vista está, no sirve para
nada. Pero insólito es también que, ante semejante afrenta al Tribunal Supremo
español, Pedro Sánchez, es decir, el Presidente del Gobierno, acepte que se juzgue a Puigdemont por delito menor con
el pintoresco argumento de que lo importante es que “será juzgado en España”,
pues cualquier gobierno de cualquier país democrático europeo defendería
políticamente que sus ciudadanos sean juzgados por los pertinentes tribunales
del país y además por todos los delitos que, tras la instrucción del caso y la
pertinente investigación judicial del mismo, presuntamente hayan cometido. Esta
humillación por parte de un tribunal de Alemania, nada menos que al Tribunal
Supremo de España, es intolerable y lesivo no ya para España sino para toda la
UE y, en definitiva, para la democracia. Se trata simplemente de juzgar, que no
condenar, a Puigdemont por los graves presuntos delitos cometidos: ¿acaso duda
la justicia alemana de la limpieza de la española? ¿es que la UE duda entre
justicias europeas homologables? Con semejante despropósito, si Llarena, aunque
sólo fuera por dignidad, retira la euroorden para mantener la acusación por
rebelión a Puigdemont, éste podría moverse por Europa, sin volver a España obviamente,
bajo la amenaza de reactivarla en cualquier momento por si otro país socio es
más comprensible y respetuoso con la Justicia española. Y en caso de aceptarse
la extradición “light” aceptar su entrega para juzgarlo sólo por malversación,
el juicio del “procés” quedaría..... (sigue leyendo en Blog Mi punto de vista,
http://jorgecremades.blogspot.com.es/)
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